Imagina a una joven que anticipa arreglarse y vestirse bien para su quinceañera. Ha soñado con ese día especial y se ha imaginado cuán bella será ese día. La mañana de la fiesta, pasa unas horas en el campo con la familia cavando en la tierra y plantando las semillas para el jardín. Las lluvias recientes hacen que la tierra sea suave y maleable, perfecta para plantar y hasta para tirar un poco de lodo al hermano.
Ya que está llegando la hora para la celebración, ella vuelve a la casa para bañarse y alistarse. El agua de la ducha le quita la mugre del cabello y hace que cae el lodo que su hermano le puso en la oreja justo antes de entrar en la casa. Limpia las uñas muy bien para quitar la tierra de debajo de ellas y usa el jabón especial con olor fragante que guarda para ocasiones especiales.
Ella ha pasado semanas buscando el vestido perfecto, horas arreglando el cabello y el maquillaje. Y después de estar totalmente lista, pone los tacones altos que sabe que le van a hacer doler los pies, pero que son súper bellos y sale por la puerta.
Pero en vez de caminar por la cera para ir al carro en camino al evento, ella regresa al campo donde la familia ya había terminado de plantar. Ella camina directamente por una charca de lodo donde sus tacones se hunden en la tierra suave, y los deja mientras se llenan del agua lodosa. Se agacha para recoger los zapatos y se cae, terminando tumbada en el piso. La tierra le mancha el vestido especial y cuando ella pasa su mano por la cara, se llena de más lodo, pierde un arete y daña el maquillaje que comenzó bien puesto.
¿Cuáles son tus reacciones a las acciones y decisiones de esta joven? ¿Te preguntas por qué hizo tanto esfuerzo para bañarse y arreglarse para volver al lodo y ensuciarse nuevamente? ¿Qué estaba pensando ella? Estoy segura de que ninguna de nosotras haría algo así… ¿o no?
Ella se había liberado de lo asqueroso. Pero volvió a él, aún después de ser limpiada. La aplicación espiritual de esta ilustración física es un recordatorio intenso de la ridiculez de las acciones y decisiones que tomamos.
19 Les prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, ya que cada uno es esclavo de aquello que lo ha dominado. 20 Si, habiendo escapado de la contaminación del mundo por haber conocido a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, vuelven a enredarse en ella y son vencidos, terminan en peores condiciones que al principio. 21 Más les hubiera valido no conocer el camino de la justicia que abandonarlo después de haber conocido el santo mandamiento que se les dio. 22 En su caso ha sucedido lo que acertadamente afirman estos proverbios: «El perro vuelve a su vómito», y «la puerca lavada, a revolcarse en el lodo».
2 Pedro 2:19-22
Enredada, esclavizada, dominada, corrompida, contaminada…
Desenredada, libre, liberada, pura, limpia…
Cuando lo expresamos de una forma tan clara, la decisión es obvia. Pero las mentiras en las que caemos nuevamente son lo que nos impide seguir hacia la libertad por la verdad y la justicia.
¿Estás reconociendo las mentiras, reemplazándolas con la verdad, y recordando la verdad?
Escoge la verdad hoy y recuérdala. Reemplaza las mentiras con ella. Y si no sabes qué te está enredado, pide a Dios que te revele las mentiras para que las puedas reconocer por lo que son: lo asqueroso que te domina.
Gracias, Redentor, por ofrecernos la oportunidad de no sólo limpiarnos, más también permanecer limpias, liberadas por la Verdad.
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