Les presento a Débora Rodrigo, una española que trabaja con nosotros en el MHRH, aquí en Searcy, Arkansas, tras bastidores.
Débora, cuéntanos un poco de ti y tu familia.
Nací y crecí en España. Allí estudié, allí conocí a Dios, allí me casé, y allí también nació mi hija. Hace ya cuatro años, como familia tomamos la decisión de venir a EE.UU. de forma temporal. Fue un cambio difícil que trajo muchas cosas consigo, cosas que no esperábamos. En enero del año pasado, con el corazón destrozado, presencié cómo el hombre que escogí para compartir el resto de mi vida, y con el que siete años atrás me había casado, empacaba sus cosas y se marchaba del hogar. Apenas unos meses después, pidió el divorcio e hizo oficial su relación con otra mujer. En tan solo un año, mi vida ha dado un giro de 360º. Hoy estoy al inicio de un camino que nunca pensé que fuera a recorrer, como madre soltera y en un país extranjero, y es hora de comenzar de cero.
¿Cómo te enfrentas a estos cambios y a este nuevo camino que tienes por delante?
Tengo aún mucho que aprender, pero trato de enfocarme en todo aquello positivo que hay a mi alrededor. Creo que, estemos en la situación y momento de la vida en la que estemos, siempre podemos mirar al futuro con esperanza. Sin embargo, debemos tomar la decisión de hacerlo, porque seguramente no salga de forma natural.
Hace apenas unas semanas me gradué de mis estudios de máster, tomé la decisión de que mi graduación marcaría no sólo el final de mis estudios, sino también el final de una etapa que se ha llevado muchas lágrimas consigo, el triunfo de haber sobrevivido a una tempestad; pero sobre todo el inicio de una nueva etapa: un nuevo comienzo. Creo que como cristianas estamos llamadas a mantener la vista al frente; primeramente, a lo que nos espera después de esta vida, pero también a lo que aún queda por delante en ella. Dios nos promete estar ahí, construyendo, y nos anima a centrarnos no en lo que fue, sino en lo que será. “Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados” (Isaías 43:18-19).
Reconocemos que no todo comienzo es uno que querríamos o esperábamos. ¿Qué nos puedes contar sobre eso?
De hecho diría que en la mayoría de los casos no es algo que queremos. Si alguien me hubiera dado la oportunidad, yo nunca habría elegido volver a comenzar. Habría preferido mantener una situación en la que incluso muchas cosas no estaban funcionando de la forma en la que debían. De eso me doy cuenta ahora, pero no entonces. La mayor parte de nosotros de forma natural nos resistimos a situaciones que nos causan dolor. Y cuando nos encontramos ante una situación que trastorna nuestro mundo, solemos preguntarnos “¿por qué?”, o “¿por qué a mí?” Nos quejamos y lamentamos, o incluso maldecimos. Pero lo cierto es que la Biblia lo llama bendición: bienaventurados los que lloran, los que necesitan que se haga justicia,… los que sufren (Mateo 5:3-12). ¿Qué dice Santiago sobre esto? “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas…” (Santiago 1:2). Esta es la forma en la que Dios mejor trabaja en los suyos. Hay multitud de ejemplos en la Biblia de vidas renovadas a través de nuevos comienzos después de situaciones devastadoras. Si estás sufriendo y te encuentras ante un nuevo comienzo, ¡bienvenida al crecimiento! Dios sigue haciendo cosas maravillosas en las vidas de los suyos.
¿Para ti, qué significa un nuevo comienzo?
Significa una nueva oportunidad. Significa dejar atrás todo en lo que he fallado y en lo que me han fallado. Significa, a pesar del dolor, poner la vista al frente. Es difícil. Hay muchas cosas que quisiera no tener que pensar, decisiones que preferiría no tener que tomar. Muchos días me siento cansada y sin fuerzas para dar un paso más. Pero he de reconocer que es una muy grande oportunidad para crecer, para evaluar mi vida, para sacar de ella todo lo que ya no quiero ahí, y para comenzar a trabajar en aquello que sí quiero. Muchas veces, simplemente nos dejamos llevar por nuestra rutina, nuestro día a día. Cuando tu vida se desmorona a tu alrededor y te ves en la obligación de volver a comenzar, es necesario que evalúes qué tienes aún, y qué has perdido… para volver a construirlo.
Creo que es algo similar a cuando pierdes tu casa por un incendio o un desastre natural. Es terrible estar frente a un montón de escombros inhabitables. Tienes que limpiar y edificar de nuevo. Es un trabajo duro y muy doloroso, especialmente porque hay cosas que jamás volverás a recuperar, y lo sabes. Y eso es emocionalmente devastador. Tu seguridad, tus sueños, todo ha desaparecido. A pesar de todo, necesitas construir una casa nueva. Tengas fuerzas o no. Pero, aunque sea difícil verlo así, no todo es negativo; ahora tienes la oportunidad de elegir cómo va a ser esa nueva casa. Puedes decidir no levantar ese muro que tanto te molestaba, puedes ampliar la sala y poner el baño al otro lado. Y siempre puedes volver a reproducir lo que te gustaba de tu casa anterior. Es exactamente lo mismo con tu vida y contigo misma cuando todo se ha derrumbado a tu alrededor. Es el momento de hacerte de nuevo, una nueva versión de tu vida y de ti misma, pero esta vez mejorada por la experiencia.
¿Qué versículo de la Biblia te ha animado más en esta etapa de nuevo comienzo?
Podría mencionar varios. Es increíble la cantidad de veces que Dios nos promete que cuida de nuestro futuro y pone esperanza en nosotros a través de las Escrituras. Uno de mis favoritos está en Isaías 40:31: “Pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas, se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán”.
Pero es la historia de Abraham y las palabras de Dios hacia él uno de los textos en los que más me gusta meditar. Un anciano que, junto a su esposa, había sufrido décadas de infertilidad, y que aún esperaba la promesa de un hijo que heredara la tierra que Dios le había concedido para sus descendientes. En medio de su noche oscura, intentando comprender una promesa que, dadas las circunstancias, parecía imposible que ocurriera, Dios insiste en la veracidad de lo prometido: “Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar… Así será tu descendencia” (Gn. 15:5). A veces lo que vemos a nuestro alrededor no nos permite contemplar las promesas de Dios, mucho más grandes, y que no tienen nada que ver con lo que hay delante de nuestros ojos. En medio de mi noche oscura, no importa lo difícil que yo vea mi situación. No importa el daño causado hasta el momento, o la dificultad y el dolor que aún parece haber por delante. Yo también quiero mirar al cielo. Quiero contar estrellas. Están por todos lados. Y Dios las tiene reservadas para mí. Llegaré a ellas en su momento, pero hasta entonces sé que debo mantenerme creyendo como lo hizo Abraham.
¿Has tenido a una o unas Hermanas Rosa de Hierro que te han animado, inspirado o equipado en este proceso hacia un nuevo comienzo?
Desde luego que las he tenido. He tenido varias que me han acompañado durante todo el camino, y siguen haciéndolo a cada paso que doy. Han sido una pieza clave en que hoy esté aquí, entera y en pie. Hubiera sido imposible enfrentar todos estos cambios completamente sola.
Si estás pasando por una situación difícil o te enfrentas a un nuevo comienzo y no tienes a nadie a tu lado. ¡Busca una hermana! La necesitas. Necesitas a alguien que te apoye, te escuche, junto a quién llorar tus pérdidas, alguien que te abrace, que te ame y te recuerde cuánto Dios te ama y está cuidando de ti… alguien que te acompañe. No estés sola.
Gracias por tu tiempo y por tu perspectiva. Tus palabras son de mucho ánimo para quienes se encuentran en situaciones similares.
Gracias por permitirme continuar creciendo y afilando mi hierro con el hierro de otras hermanas. También yo recibo ánimo y aliento continuamente.
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