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El esperar no es divertido. Pero cuando espero con una expectativa, llena de esperanza, el esperar no está en vano. Ayer, resaltamos el plan de Dios mientras esperamos. Me acordó de las varias maneras en las que se puede traducir o entender la palabra “esperar.”
El español y el hebreo tienen una palabra que se presenta en tres contextos distintos – hasta se usa tres palabras distintas en inglés para traducirla. Es la palabra “esperar.”
Uno puede esperar un cierto tiempo para que algo se realice.
Uno puede esperar con la esperanza de que algo va a pasar, pero sin seguridad.
Y uno puede esperar sabiendo con certeza que algo sí va a pasar.
Miqueas 7:7 nos da un buen ejemplo de varias maneras en las cuales se puede traducir los conceptos.
Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor;
yo espero en el Dios de mi salvación.
¡Mi Dios me escuchará! (NVI)
En cuanto a mí, busco la ayuda del Señor.
Espero confiadamente que Dios me salve,
y con seguridad mi Dios me oirá. (NTV)
Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá. (RV60)
Si miramos con esperanza, esperamos y confiamos que sus promesas se van a cumplir. Esperamos sin saber cuando, pero anticipamos con esperanza.
¡Qué bendición!
Te invito a leer los siguientes dos versículos pensando en las diferentes interpretaciones de la misma palabra esperar.
pero los que esperan en el Señor
renovarán sus fuerzas;
se remontarán con alas como las águilas,
correrán y no se cansarán,
caminarán y no se fatigarán. (Isaías 40:31)
Cobren ánimo y ármense de valor,
todos los que en el Señor esperan. (Salmo 31:24)
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El niño de cinco años espera la Navidad. La madre espera una noche de buen descanso. El abuelo espera la próxima visita de los nietos.
El estudiante espera a que termine el semestre. La empleada espera su promoción. El obrero espera la vacación. Y la esposa estresada espera a que pase esta temporada difícil en la vida.
Todos estamos esperando.
Esperamos en anticipación de lo que viene. Y muchas veces, el esperar está lleno de esperanza y expectativas emocionantes. Sin embargo, el paciente que espera las noticias del médico quizás prefiere extender el tiempo de espera para no escuchar que volvió el cáncer. La joven esposa que ha pasado años esperando bebé no quiere esperar otro mes para ver si se van a realizar sus sueños.
Todos estamos esperando.
En las Escrituras, leemos sobre una gran multitud de fieles que esperaron y nunca lograron ver lo prometido:
“Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta[e] sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor” (Heb. 11:39-40).
Hoy, me acuerdo que el esperar se trata de confiar en Él que tiene mayor perspectiva de todo.
Durante esta época del año, recordamos la anticipación, el esperar, las expectativas con el niño Cristo. El tiempo de Dios era perfecto.
Puede que no sepamos la fecha exacta en la que Jesús vino a la tierra, pero sabemos que Dios estaba esperando y planificando para el momento preciso.
Puede que no sepamos la fecha exacta en la que nuestra temporada de espera culminará, pero el tiempo de Dios es perfecto. Y aún cuando no todo sale como quisiéramos o esperábamos… pues quién enviaría al Rey de Reyes a nacir en un pesebre… podemos confiar que Dios es mayor que cualquier circunstancia y que cualquier tiempo de espera valdrá la pena.