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Así que escucho.
Mis oraciones se han transformado de una combinación desorientada de palabras a momentos de silencio, escuchando a lo que Dios habla a mi corazón. Me he dado cuenta del valor de estar en la presencia del Señor en vez de siempre sentir que tengo que decir algo, o que necesito las palabras perfectas para expresar lo que tengo en mente.
Así que escucho Su corazón.
Después de varios años de amistad, mientras estuvimos de viaje en el carro, un amigo me comentó, “Me contenta que ya hayamos llegado al punto en la relación en el que ya no tenemos que llenar el silencio con comentarios. Estamos cómodos el uno con el otro y nos es suficiente pasar tiempo juntos sin decir nada.”
Creo que por fin he llegado a ese punto en mi comunicación con Dios. Él tiene cosas mucho más importantes que decir que las que tengo yo. Su sabiduría es infinita. Sus pensamientos no son los míos ni Sus son míos (Is. 55:8-9), pero anhelo alinear los míos con los Suyos.
Así que escucho Su sabiduría.
Mi expresión desesperada de mis necesidades no llega a la plenitud ni la profundidad de la provisión de Dios. El coro de mis oraciones, cuando soy honesta con mis frustraciones, vuelve al sentir, “No que sea mi voluntad, sino la Tuya.” Entonces, ¿por qué no comienzo allí?
Así que escucho Su voluntad.
No es que me faltan las palabras. Sigo siendo una mujer extrovertida, muy habladora, siempre en búsqueda de una audiencia. Pero he notado el valor de escuchar a Dios, y lo encuentro de mayor valor que mis respuestas baratas.
Así que escucho Su voz.
Y porque escucho, me doy cuenta que tengo mucho más que decir, más de Sus palabras, más de Su Espíritu, más de Su corazón, Sus deseos, y Su amor.
Así que escucho.
#HermanaRosadeHierro, #oración, #escuchar, #Biblia
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Todos pedimos a Dios que nos use de una forma poderosa. Anhelamos hacer un impacto en el mundo, en nuestras familias, y en la comunidad. Miramos con anhelo a los cuyo impacto es más obvio o llamativo. Hasta nos da celos ver lo que están haciendo.
Sin embargo, el impacto que se hace en la vida de otro es como ondas que bendicen, equipan, inspiran, animan, y educan a otros.
Nuestras oraciones de anhelo de marcar una diferencia en este mundo sí están contestadas. Sólo falta ajustar nuestras expectativas para que se alineen con las de Dios. Es en Su tiempo y son Sus propósitos que prevalecen.
La misión del MHRH es la de equipar a mujeres para que se conecten con Dios y con otras mujeres más profundamente, animarles en su camino espiritual, e inspirarles a que equipen y animen a otras. Pablo dejó un patrón similar a Timoteo (2 Tim. 2:2).
A veces, no vemos el fruto de nuestra labor. Se plantan las semillas o se las riegan, pero esperamos a que Dios traiga el crecimiento en el momento preciso (1 Cor. 3:6).
En otros momentos, ese patrón se revela de formas bellas e inspiradas, como con nuestra hermana cubana, Ana. Conocí a Ana en agosto del 2017 y nos conectamos de inmediato. Una buena trabajadora en el reino, Ana anhelaba servir y enseñar más mujeres en su país nativa, pero no se sintió equipada para eso. Inspirada por las clases que enseñé y equipada con los materiales, ella lo ha hecho suyo y personifica una Hermana Rosa de Hierro a muchas mujeres alrededor de Cuba, proveyéndoles con los recursos e inspirándoles a que compartan esos mismos recursos con otras.
En algunas clases, les invita a reconocer la mentira, reemplazarla con la verdad, y recordar la verdad a través de la Palabra de Dios (inspirada del Cuadro de Mentira/Verdad de ¿Quién tiene la última palabra?). En otras reuniones, simplemente ora con las mujeres y les anima a escuchar a Dios por Su Palabra, por la creación, y por otras reflexiones y devocionales presentados en Llamada a escuchar: Cuarenta días de devoción.
Ahora, casi todas las semanas, recibimos otra petición de una hermana cubana para recibir palabras de ánimo por nuestro blog, animándoles y equipándoles para que se conecten con Dios y con otras mujeres más profundamente.
No todo ejemplo de la oración contestada es tan obvio o glorioso como el de la historia de Ana. Y no lo tiene que ser. El impacto comienza con una.
Así que, al acompañarnos en oración por Cuba y la visita que espero hacer este año para verme con mi amiga Ana y muchas otras hermanas y amigas cubanas, te animo a orar esta canción sencilla.
Es una canción sencilla, un corito, no más, que se expresa en la forma de una oración a Dios. El texto original fue en inglés, pero aquí les pongo una traducción de lo mismo.
GUÍAME A UN ALMA HOY
Guíame a un alma hoy.
Enséñame, Señor qué decir.
Tengo amigos perdidos en el pecado
Y no conocen el camino.
Pocos hay a quienes les importa
Y hay pocos que oran (que oran).
Ablanda mi corazón y llena mi vida,
Guíame a un alma hoy.
Letra por Will H. Houghton, 1936, traducido por Michelle J. Goff. Música por Wendell P. Loveless
#HermanaRosadeHierro, #oración, #cuba