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Sofonías no es el libro más popular del Antiguo Testamento, pero fue lo que decidí leer hace unas noches. Al tropezarme y desanimarme en los primeros dos capítulos, me acordé de la ira de Dios cuando su pueblo escogido, Israel, no le siguieron ni le adoraron exclusivamente.
Dios es celoso.
Su ira es justa y aunque estaba a punto de castigar y juzgar a las naciones según merecían sus pecados, siempre ofrecía una oportunidad para arrepentirse. Siempre quiere ofrecer “refugio en el día de la ira del Señor.”
La ira, el juicio, y la destrucción de los capítulos 1 y 2 siguen en el capítulo 3 también. El lenguaje pesado que describe la mano castigadora de Dios me abrumó al leer este libro de profecía. Mis temores aumentaron al considerar mi propia infidelidad.
Pero luego, encontré esperanza. La redención fue posible. La destrucción no fue inevitable.
Un remanente permaneció: un grupo arrepentido que siguió fiel a Dios y por el cual las promesas de Dios se realizan hasta el día de hoy.
“No temas, Sion, ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos.” (Sofonías 3:16b-17, NVI)
La verdad de la misericordia de Dios sólo es dulce en vista de la amargura del pecado. La verdad fea del pecado resalta la bella verdad de la redención. Y no se puede tener uno sin el otro.
¿En cuál verdad estás enfocada hoy?
¿Está Satanás tratando de convencerte de una mentira como la que no mereces la misericordia de Dios?
#HermanaRosadeHierro #QuienTienelaUltimaPalabra #QUP #laVerdad
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La exclusividad de su verdad
Escrito por Wendy Neill
Jenny tomó un gran suspiro. “Mariana, mantente tranquila, pero hay un león como 50 metros detrás de ti y nos ve.”
“No lo hay. No me eches broma así,” respondió Mariana, con una risa nerviosa. Casi un susurro, Jenny urgió a su amiga, “Me tienes que confiar. Veo un solo camino para salir donde no nos puede perseguir. Por favor, haz lo que te pido.”
Sería una tontería si Mariana hubiera respondido, “Puede ser que el león te sea real, pero a mí no me parece real.” Averiguaría de la forma más difícil que sí era verdad. A veces, cuando contamos a nuestros amigos de Jesús, nos dicen, “Puede ser que te sea real, pero a mí no me parece real.” ¿Y sabes qué? A veces les creemos. No queremos ofenderles, así que le permitimos creer que y comenzamos a creerlo nosotros mismos, o que la verdad es relativa. Pero ¿sería Jenny una mejor amiga si dejara que su amiga siguiera creyendo que no había ningún león? ¿O trataría de convencerla suavemente, pero urgentemente?
Jesús dijo, “Yo soy el camino, la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre, sino es por mí” (Jn. 14:6). El mundo se encoge al escuchar eso porque prefiere encontrar su propio camino a Dios, a veces las mismas personas llegan a ser dioses ajenos. No les gusta la proclamación exclusiva de Jesús. Pilato le dijo a Jesús en el momento crítico antes de ir a la cruz, “¿Y qué es la verdad?” (Jn. 18:38). En su libro, “Jesús entre otros dioses,” Ravi Zacharías dice que Jesús enseñó a sus discípulos “la inclusión de su amor para todo el mundo. Pero implícito en eso es la exclusividad de su verdad, por la que estaban dispuestos a dar sus vidas. Hemos puesto el orden de Jesús al revés. Hemos hecho que la verdad sea relativa y la cultura suprema, y por lo tanto, quedamos con un mundo en el que reina la maldad.”
No es orgulloso decir que Jesús es el único camino a Dios. Es la verdad porque es Su verdad. “Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar” (1 Pe. 5:8). Ama a otros de tal manera que llegas a compartir la verdad de Cristo: Él es el camino a la seguridad y la libertad. ¡Son buenas nuevas!
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