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Escrito por Tiffany Jacox, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Bellevue, NE
Bueno, aquí estamos ... ¡2021! ¿Estás saltando de alegría y llena de nuevas esperanzas o estás mirando con cautela el Año Nuevo? 2020 estuvo lleno de turbulencias, en eso todas estamos de acuerdo. Es costumbre tomarse un tiempo al final de un año para mirar hacia atrás y reflexionar sobre lo que sucedió durante ese año. Te animo, si aún no lo ha hecho, a que tomes unos minutos para hacerlo. Haz un inventario de las cosas que presenciaste, las cosas que experimentaste, tu relación con Jesús, las decisiones que tomaste y pregúntate cómo esas cosas te cambiaron.
Verás, somos moldeadas por miles de cosas pequeñas cada día. Pequeños actos, pequeñas elecciones, grandes decisiones, todos tienen consecuencias y nuestras experiencias ayudan a moldear la persona en la que nos convertiremos. Si confiamos en nosotras mismas o en las voces del mundo, es posible que no seamos refinadas como deberíamos o nos gustaría ser. En tu tiempo de reflexión sobre el año pasado y de preparación para el año que inicia, recuerda con quién deberías hablar y de dónde deberíamos buscar consejo.
Deberíamos pasar tiempo en la Palabra de Dios y hablarle en oración todos los días, pidiéndole sabiduría. Proverbios 3:5 (NVI) nos recuerda: "Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento". Creceremos y cambiaremos a través de nuestras experiencias y Dios nos fortalecerá a través de las pruebas. “No temas, porque yo estoy contigo; No temas, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, también te ayudaré, también te sostendré con la diestra de mi justicia" (Is. 41:10, LBLA).
Podemos esperar con alegría y anticipación este Año Nuevo con una nueva oportunidad de ser no sólo refinadas sino también redefinidas. Dios usa nuestras experiencias para refinarnos y somos redefinidas en Jesús. Si eres cristiana, ya has sido renovada. Si aún no eres cristiana, ¡no esperes! Conoce a nuestro Señor y Salvador Jesucristo y la nueva vida que solamente Él puede dar. “Por tanto, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17, RVR1960). Lo viejo pasó y llegaron cosas nuevas; ¡Hemos sido redefinidas!
A medida que hacemos nuestros propósitos de año nuevo o planes para el año que inicia, recuerda mantener a Dios en el centro de nuestra planificación. “Encomienda al Señor tu camino, confía también en Él, y Él lo hará” (Sal. 37:5, RVR1960). No debemos detenernos en el pasado ni en las cosas de este mundo, son temporales. Necesitamos mantener nuestro enfoque claro y recto. “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col. 3:2, RV1995). Permite que Dios esté en el centro de todo lo que haces y Él guiará el camino, “La mente del hombre planea su camino, pero el Señor dirige sus pasos” (Prov. 16:9, LBLA).
Dios nos ha dado una dulce comunidad en el Ministerio Hermana Rosa de Hierro y una forma para ser refinadas, "Como el hierro afila el hierro, una persona afila a otra" (Prov. 27:17, NVI). ¡No más mirar atrás, solo mirar hacia adelante, juntas, como mujeres de Dios refinadas y redefinidas!
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Escrito por Sabrina Nino de Campos, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Metairie, LA
Cuando pienso en este último año, pienso en Israel y su constante lucha contra Yahvéh. Durante toda la historia del pueblo de Dios los vemos luchando en contra de Su autoridad, volviéndose a tradiciones de infidelidad e idolatría. Ellos son testigos de las maravillas de Dios, caminan con Él en el desierto. Son alimentados por Dios mismo, protegidos de las bestias, del dolor y de la guerra. Pero se encuentran igualmente perdidos al final, no porque Yahvéh los deja, sino porque ellos constantemente se olvidan de quien Él es y quiénes son ellos mismos.
No sé tú, pero yo me siento así muchas veces. Hemos sufrido mucho este año, mirando a tanto dolor e injusticia en el mundo. Es difícil ver a Dios en medio de todo esto. Así como Israel, hemos visto muchas maravillas de las manos de Él. Hemos caminado a Su lado muchas veces por el desierto. Pero nos quedamos cansadas y cuando miramos alrededor nos sentimos perdidas. Nos olvidamos de quién es Yahvéh y quiénes somos nosotras.
Dios le da una identidad a Israel, ellos son llamados Pueblo de Dios, ellos son los que tienen una promesa con Yahvéh. Y esa promesa es repetida muchas y muchas veces por Dios cuando Él habla con Sus siervos en la Biblia hebrea. Él sigue haciéndoles recordar y ellos siguen olvidando.
¿Te suena familiar?
¿Cuántas veces en nuestras vidas hemos estado desesperadas y sintiéndonos solas? ¿Cuántas veces durante este año te has vuelto a otras cosas para no sentirte de esta manera? Y todavía Dios repite Su promesa a nosotras.
[...] Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. (Mt. 28:20 NVI)
Dios quiere refinarnos y redefinir quiénes somos, justo como hizo con Israel. Nuestra identidad en Dios es tan importante que uno de los últimos mandatos que dejó Moisés a Israel fue este:
Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades. (Dt. 6:4-9 NVI)
Dios quiere que Israel se recuerde de quiénes son y lo que Él hizo por ellos. Él quiere que esa esencia sea intrínseca a Su identidad. Dios quiere que ellos sigan la tradición de vivir y caminar a Su lado, por medio de la memoria. Él quiere esto para nosotras también, sea en los momentos duros o en los felices. No importa que año sea, nuestra jornada es la misma.
Debemos recordarnos de Su gracia y amor así como Él nunca se olvida de Su promesa eterna para nosotras.