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Escrito por Michelle J. Goff
El año 2020 acaba de llegar a su fin. El año ha volado y ya nos tenemos que acostumbrar a ver el año 2021 en todo.
Al comenzar un nuevo año y un nuevo capítulo en nuestras vidas, tenemos la oportunidad de empezar de nuevo. Pero esta oportunidad no viene sólo porque estamos pasando la página del nuevo año.
Cuando Dios nos da esperanza y un futuro (Jer. 29:11), la esperanza es para la redención y la oportunidad de comenzar cada día como limpio. Sus bondades se renuevan cada mañana y grande es Su fidelidad (Lam. 3:23).
Satanás destruye y prefiere mantenernos atrapadas en el desánimo y la culpa de nuestros fracasos.
Sin embargo, Dios es el Gran Redentor que nos saca de allí y nos da la esperanza para comenzar de nuevo. Hemos nacido de nuevo, equipadas con el Espíritu para andar en vida nueva.
Nunca es demasiado tarde. Y nunca se nos acaban las oportunidades para ser lavadas por la sangre del Cordero, perdonadas, y hechas nuevas.
¡Qué tremenda esperanza a celebrar!
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Escrito por Liliana Henríquez, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia
Recuerdo que a principios del 2020 muchas conferencias y podcasts relacionaban ese año con el año de la visión perfecta, o sea la visión 20/20. Creo que de hecho así fue, pero definitivamente se dio de una forma muy original y única porque Dios siempre ha tenido formas muy originales y sorpresivas para enseñarnos y llegar a nuestros corazones.
Considero que el 2020, por el hecho de que tuvimos un contacto social muy limitado, nos quitó la excusa de echarle la culpa al otro de nuestras inseguridades y situaciones. Nos hizo pasar tiempo con nosotras mismas, en la intimidad de nuestros pensamientos para ver de una vez por todas, esa viga en nuestro ojo (Mt. 7:1-6) que nos impedía ver al otro con más compasión y misericordia. Ya no había más nadie a quien juzgar, sino a nosotras mismas.
Con tanta flexibilidad de tiempo, descubrimos una nueva versión de nosotras mismas que desconocíamos o no habíamos notado su existencia. Descubrimos nuevos talentos, emprendimos nuevos negocios, iniciamos nuevos estudios, nos acercamos a personas queridas –al menos a través de Zoom–, conocimos a nuestra familia más profundamente gracias a la convivencia 24/7… En fin, dejamos de enfocarnos en la paja del ojo ajeno –aquello que siempre le criticábamos al otro– para enfocarnos en la viga que había en nuestro propio ojo. Fue un año de introspección total para muchos.
Es mi deseo que el 2020 no haya pasado en vano para ninguna de nosotras, sino más bien, que hayamos podido tener un mejor acercamiento a Dios y a nosotras mismas. Y deseo que el 2021 sea un año donde nos sintamos restauradas, refinadas como el oro y con un propósito redefinido y confirmado por Dios; manteniendo siempre la vista en Cristo y en la obra que está haciendo en nosotras cada día.
Es necesario tener una visión 20/20 para poder ver al otro como Dios lo ve, y para eso tenemos que hacer un trabajo personal primero. Si aplicamos Mateo 7:5 (RV1960) “…saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano,” reflejaremos el amor de Cristo hacia los demás porque los veremos sin juicios ni prejuicios, sino con compasión y misericordia; y estaremos en capacidad de ayudarlos y sobrellevarnos las cargas mutuamente.