Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
Blog
Más entradas del blog abajo
- Detalles
Escrito por Deanna Brooks, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
“Cultura” ... se define como las creencias, formas sociales y rasgos materiales habituales de un grupo racial, religioso o social, incluidos los rasgos característicos y la moral de la vida cotidiana que comparten las personas en un lugar o tiempo. Las culturas variarán de un país a otro, pero en última instancia, todas las creencias y prácticas culturales reflejarán la visión que tiene un grupo de un Ser Supremo.
Es imperativo que entendamos dónde se originan nuestras creencias culturales ... y como seguidores de Jesucristo, nuestras creencias y prácticas culturales deben estar arraigadas en lo que Él haría.
Nuestro Padre Celestial obra a través de “personas llamadas”. Entre ellos, Noé, Abraham, y también la nación “llamada” de Israel.
Cuando Jehová Dios llevó a Israel a la Tierra Prometida, quiso que fueran diferentes. Una cosa que les dijo fue que no debían ofrecer a sus hijos al fuego de Moloc.
“No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos. Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo Jehová vuestro Dios…. Y no des hijo tuyo para ofrecerlo por fuego a Moloc; no contamines así el nombre de tu Dios. Yo Jehová.” (Lev. 18:3,4,21 RVR1960)
No se nos dice detalles de las prácticas que pudieron haber adoptado en Egipto, pero Dios quería asegurarse de que no practicaran las abominaciones de los cananeos.
Debido a que los llamados de Dios no debían asumir la cultura de la gente de la tierra, se les dijo a los israelitas que expulsaran a los habitantes de la Tierra Prometida.
Llegamos a ser como los que nos rodean; y como pueblo elegido por medio del cual vendría el Mesías, era importante que el pueblo de Dios fuera santo como Él era santo.
Con el tiempo, los israelitas también participarían en esas prácticas cananeas, porque no obedecieron y no limpiaron la tierra cuando se les dio. El pueblo de Dios... aquellos a quienes Él había llamado... ¡estaban llamando santo a lo que Él llamó pecado!
Se necesitó el cautiverio babilónico para transmitir el mensaje de Dios y hacer de los israelitas un pueblo monoteísta.
Hoy… como discípulos de Jesucristo debemos oponernos a las tendencias culturales que violan lo que Dios ha dicho.
El apóstol Pablo escribió a los romanos: “No se amolden a este mundo” (12: 2) y les dice que deben ser transformados.
El pueblo de Dios a menudo se vuelve insensible por el mundo, aceptando la cultura del mundo como buena y santa.
Pedro nos recuerda que nosotros, como los israelitas, hemos sido elegidas y somos, “una nación santa, un pueblo para su posesión, para que proclamar las excelencias de aquel que te llamó de las tinieblas a su luz maravillosa” (1 Pe. 2:9).
Mientras caminamos por este mundo, debemos recordar que somos diferentes, hemos sido llamadas con un propósito ... y recuerda que Jesús nos dijo: “Deja que tu luz brille delante de los demás, para que vean tus buenas obras y den gloria a tu vida. Padre que estás en los cielos” (Mat. 5:16).
- Detalles
Escrito por Michelle J. Goff
La comunicación entre diferentes culturas me es fascinante. Como niña, tuve una temprana introducción a distintas culturas en nuestra propia casa… Mi papá es doctorado en química analítica y creció en una granja en una zona bien rural de los EE.UU. Mi mamá es maestra de niños especiales de la primaria. Ella creció en Miami, una ciudad metropolitana y centro urbano.
Mi papá deja las puertas sin cerradura. Mi mamá siempre las cierra con llave de inmediato.
Mi papá prefiere las direcciones ordinales (norte, sur, este, oeste). Mi mamá da direcciones con puntos de referencia.
Mi papá arregla la cama con un cierto lado de la sábana de encima hacia arriba. Mi mamá pone ese mismo lado de la sábana de encima hacia abajo.
Algunas de esas diferencias no importan mucho. Otras han causado problemas… Una de las primeras mañanas de la luna de miel, tomaron tres horas para arreglar la cama juntos por las perspectivas distintas sobre cómo poner la sábana. Cuando enseñan clases prematrimoniales sobre los ajustes del primer año, piden a la pareja que arreglen una cama y luego comparten su propia historia.
En nuestras propias familias, creamos una cultura y una expectativa. “Lo normal” es lo único que hemos conocido hasta que se nos presenta lo normal de otros.
Me acuerdo de unos estudiantes chinos que venían a nuestra casa para almorzar los domingos después del culto. Ellos tenían que aprender a usar un tenedor y cuchillo para comer la carne con papas y zanahorias. No había los palos ni arroz en nuestra mesa sureña estadounidense. Luego, hermanos de Sudamérica nos enseñaron otro significado de algo “sureño.” Y a los puertorriqueños les encantaba comer y compartir el concón (arroz quemado o pegado en el fondo de la olla). Era una señal de que éramos familia. ¿Alguna vez has pensado en este tipo de diferencias culturales?
No podemos reconocer nuestra propia cultura hasta que se nos presenta la oportunidad de conocer a otra cultura a través de nuestras diferencias.
Cuando vemos el concepto de Cultura Redefinida, hay tres preguntas que podemos hacer:
1. ¿Qué aprendo de mi propia cultura en vista de la cultura de otro?
2. ¿Qué aprendo de la cultura de otro sobre lo que tenemos en común y en lo que tenemos perspectivas distintas?
3. ¿Cuál faceta de la cultura de Cristo, la del reino de Dios, que debo demostrar en este contexto o relación?
Es la temporada de fútbol americano en los EE.UU. Soy aficionada de los Tigres de LSU (un equipo universitario). Se sabe que el fútbol americano es muy distinto al fútbol de Latinoamérica. Cuando toca el año de la Copa Mundial, algunos estadounidenses se interesen para ver los partidos, pero cuando les cuento que, en Venezuela, íbamos a los cines para ver los partidos en la gran pantalla, se sorprendieron.
Les explicaba la emoción de poder ver el partido con un grupo de extraños que quizás no conocías, pero que sabías que querían animar al equipo de la patria. Les explicaba de lo silencioso que se ponen las calles porque todos están en un lugar u otro para ver el partido.
Sé que, al escribir a un grupo de mujeres, quizás no les interesen tanto los deportes, pero me siguen el hilo y entienden la diferencia que hay entre los deportes de fútbol y fútbol americano. Hay diferencias entre los grupos de aficionados también. Sin embargo, cuando toca un partido un día domingo, tenemos que decidir a cuál cultura elegimos… ¿la de la Copa o la de Cristo?
La cultura de la familia, de la iglesia, de los idiomas, de las patrias, de los deportes, de las escuelas… La cultura nos da conexión y comunidad. Sin embargo, si nuestra cultura es a la exclusión de otros, ¿es una cultura que honra a Cristo?
Cuando Jesús comenzó Su ministerio, dio la bienvenida a individuos de culturas diversas a que formaran parte de Su Reino: samaritanos, cobradores de impuestos, pescadores, discapacitados, mujeres, fariseos… entre otros. Algunos aceptaron Su invitación a una nueva cultura y otros no.
Todos somos una combinación única de las varias culturas que hemos tenido y obtenido. Cuando se encuentran en conflicto esas culturas, ¿cómo escogemos entre ellas?
¿Cómo nos llama Dios a navegar la redefinición de cultura?
1. Debemos buscar primeramente la definición de Dios a la cultura en Cristo. Debe ser la que supere cualquier otra indicación cultural (Mt. 6:33; 1 Juan 4:1-6).
2. La redefinición cultural es un proceso de transformación (Rom. 12:2; 1 Cor. 3:17-18).
3. Nuestra nueva identidad en Cristo es la fundación más importante de cultura, desarrollada por el Espíritu (Gál. 2:20; Hch. 2:38; Gál. 5:16-25).
¿Qué piensas sobre las culturas?
¿Cómo se ha redefinido tu cultura a través de tu venida a Cristo?