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Originalmente publicado el 17 de septiembre de 2019
Escrito por Emma Grace Steil, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
Ester nació en un tiempo y lugar donde ella y su pueblo estaban exiliados en la tierra de Persia. El pueblo judío era para algunos como “menos que,” y para otros como iguales. Eso todavía se mantiene en todas las culturas entre las personas de ascendencia nativa y aquellos cuya ascendencia es de otro origen. Durante el reinado del rey Asuero destierra a su reina de su reino, y comienza a buscar una nueva reina.
Invita a muchas vírgenes jóvenes a su palacio para un concurso de belleza para encontrar quién será la nueva reina. Esther demuestra ser la más bella de corazón y en su belleza física de todas las otras mujeres traídas al palacio. Mientras tanto, ella mantiene su identidad como judía en secreto. Fíjate, ella no es considerada “menos que” por nadie en el palacio, pero debido a la belleza en su corazón, se le otorga un alto cargo en el reino de Persia, una tierra de la que no vino.
Mientras tanto, Mardoqueo (el primo y cuidador de Ester) está en una pelea con el segundo en el comando de Persia, Amán. Amán sabe que Mardoqueo es judío, y desprecia a Mardoqueo por su procedencia, sus costumbres y la forma en que adora a Dios. Cuando Mardoqueo se niega a inclinarse ante Amán, Amán decide no sólo matar a Mardoqueo, sino a todos los judíos.
Amán se acerca al rey Asuero con la esperanza de aprobar su ley para matar al pueblo judío. El rey Asuero pasa la ley con el sello de su anillo (esta es una promesa permanente de que ni siquiera el rey puede retractarse). A través de su inteligencia y belleza Ester le revela al rey Asuero que ella es una de las personas que Amán está tratando de matar. El rey se enfurece y Amán es asesinado porque el plan que hizo habría matado a la reina Ester. El rey decidió hacer otra promesa de que el pueblo judío sería capaz de luchar el día de su aniquilación planeada.
Mi parte favorita de la historia era que el Rey y Amán estaban ciegos al hecho de que Ester era parte del pueblo judío que habían planeado matar. Al rey Asuero no parecía importarle de dónde venía Ester, pero la amaba por quien era y era capaz de ver más allá de las diferencias que podrían haberles separado. Ester entró en una posición de poder porque Dios la puso allí. Hizo posible que Ester viviera la vida de un héroe en una tierra donde su pueblo era exiliado. Esta historia muestra que, aunque parezcamos diferentes, físicamente, estamos verdaderamente definidos por lo que está en nuestros corazones.
Dios puede usar a cualquier persona, y Dios ama a todos. Nos usa y nos ama a pesar de lo que somos (por términos terrenales) y de lo que hemos hecho. Siempre lo ha hecho y siempre lo hará.
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Publicado originalmente el 27 de mayo de 2019
Escrito por Michelle J. Goff, fundadora y directora ejecutiva del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
Mi nombre no es Rosa. Y no estoy casada con un hombre con el apellido Hierro. Entiendo la confusión entre mis amigas latinas. Si me conocen por primera vez y no saben mi nombre, pero han oído del Ministerio Hermana Rosa de Hierro… pues, ya todas me entienden.
Me llamo Michelle Goff, pero no me ofendo si me confunden y me llaman Rosa o Rosa de Hierro. He llegado a ver la confusión como una oportunidad para recordar mi verdadera identidad.
Como una mujer, casada con Cristo, mi identidad se encuentra en Él. Y Él, como hierro, me ofrece una tremenda fuerza cuando me siento débil. Yo, como el vaso más frágil, la rosa delicada, estoy protegida por el poder inmutable del hierro.
Pero, como mujeres, aunque nos describen como el vaso más frágil (1 Pe. 3:7), no significa que somos débiles. Nosotras también somos fuertes como el hierro. Nuestra fuerza se pone a prueba en las pruebas de la vida, pero nos sirven para afilar como el hierro se afila con el hierro (Prov. 27:17).
Dios nos ha hecho con el balance perfecto de belleza delicada y fuerte, una rosa de hierro.
Pero no somos rosas de hierro solas, sino que somos Hermanas Rosas de Hierro. Fuimos creadas a estar en relación y con un equilibrio entre la delicadez y la fuerza, podemos manejar las relaciones de mentoría las unas con las otras.
¿Cómo puedes manifestar y apreciar la delicadez de tus Hermanas Rosas de Hierro? ¿Cómo puedes celebrar su fuerza?