Agradecida por Sus Promesas Fieles
Escrito por Erica Peck
Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra; adoren al Señor con regocijo. Preséntense ante él con cánticos de júbilo. Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado. Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre. Porque el Señor es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre. Salmo 100
Una de las frases que más oro cuando estoy hablando con Dios es “y gracias por tus promesas fieles.” Estoy tan agradecida que me llama Su hija (1 Jn. 3:1). Me llama por nombre (Apoc. 3:5). Está escrito en Su mano. Soy Suyo (Is. 43:1). Nunca me dejará ni me abandonará (Jos. 1:5). Al contrario, promete llevar mis cargas (Mt. 11:28.30). Ya me adelantó en el camino para prepararme un lugar en Su hogar eterno (Jn. 14:3), pero no sin antes dejarme un consolador fiel (Jn. 14:26). Me espera con brazos abiertos y mi bienvenida será preciosa para Él (Sal. 116:15).
Al escribir estas palabras, me acuerdo de Sus promesas fieles nuevamente, y me salen las lágrimas al reconocer cuánto me ama. Me quiere. Y soy Suyo. He mencionado pocas de las promesas fieles que nos da. Tenemos mucho de lo que podemos dar gracias.
Entonces, vamos a presentarnos ante Él con regocijo, con cánticos de júbilo y agradecimiento, sabiendo que el amor y la fidelidad del Señor perdura para siempre, y que sigue de generación en generación.