Eva cayó en la trampa que entiendo demasiado bien… porque a veces, sólo quiero saber.
Quiero saber lo que me espera en el futuro. Quiero saber por qué soñé con lo que soñé anoche. Quiero saber cómo van a salir las cosas. Quiero saber todos los ingredientes de la comida nueva que probé. Me gusta planear y organizar las cosas, así que quiero saber cómo anticipar lo que va a pasar y prepararme y a otros. ¡Quiero saber!
Cuando me confunde algo en la Biblia… Cuando el camino no está claro… Cuando estoy buscando el guía de Dios… No está mal querer saber, ¿verdad? ¿O lo es…?
Eva quería saber. Quería ser conocedor del bien y del mal. Quería conocer el sabor de la fruta prohibida. Quería saber más que quería confiar.
Necio es el que confía en sí mismo; el que actúa con sabiduría se pone a salvo. (Prov. 28:26)
Caminar en sabiduría significa confiar en Dios no importa lo que nuestro conocimiento o entendimiento nos dice. Y aquí les comparto el proverbio que más me recuerda de esta verdad cuando siento que voy a caer en la tentación, como Eva, de querer saber más que confiar…
Confía en el Señor de todo corazón,
y no en tu propia inteligencia.
Reconócelo en todos tus caminos,
y él allanará tus sendas.
No seas sabio en tu propia opinión;
más bien, teme al Señor y huye del mal.
Esto infundirá salud a tu cuerpo
y fortalecerá tu ser.
(Prov. 3:5-8)