Escrito por Wendy Neill
Visito frecuentemente a la farmacia. La mujer que trabaja allí me ve llegar y no me pide el nombre, sino que va directo a las bolsas del apellido “N.” Los gemelos “enfermedad crónica” y “dolor” residen en mi casa, así que gastamos más de lo que quisiéramos en las medicinas y las vitaminas.
Un día, esperando en la farmacia, vi una colección de fotos en la pared. Tenía caras sonrientes de toda edad. Abajo decía, “Celebrando las personas felices y saludables.” Luego, en cursiva, había la cita, “La fundación de la felicidad es la salud.”
Susurré a mí misma, “No lo creas.”
Si me felicidad depende de una fundación de buena salud, estoy fregada. A pesar de comer saludable, hacer ejercicio regularmente, mantenerme en la línea, y tomar entre 8 y 10 vasos de agua diario, sigo sufriendo de dolor, fatiga, nausea, etc. constantemente.
Entonces, ¿cuál es la fundación de la felicidad? Mientras más lo reflexioné, me di cuente que sólo tenía que agregar una palabra a la cita que vi para que volviera verdad: “La fundación de la felicidad es la salud espiritual.” Amar y conocer a Jesús, escuchar al Padre, servir a otros, y vivir por la eternidad trae felicidad. Pues, mejor dicho, traen “gozo.” La felicidad es pasajera y no tan profunda como el gozo. La salud espiritual trae un gozo profundo y duradero que me ayuda a perseverar en el dolor.
Vamos a celebrar las personas felices y espiritualmente saludables. Le pido a Dios que nos encontremos en ese número.