Si yo te hablo y hablo y hablo sin darte chance de hablar, ¿qué tal va a ser nuestra relación? No muy buena, profunda, ni duradera. Y si tú me hablas, hablas, y hablas, sin darme la oportunidad de hablar, tampoco va a ser muy buena la relación.
Es igual con Dios. Si yo le hablo y le presento todas mis peticiones sin dejar un tiempo para que Él me hable, ¿qué tal va a ser nuestra relación? No muy buena, profunda, ni duradera.
Tenemos una boca y dos oídos, pero siempre nos cuesta escuchar atentamente. Al escuchar al otro, ya estamos pensando en qué vamos a responder o la historia que le queremos contar.
Y eso pasa con Dios también. Somos prontos para hablarle y pedir, pero tardos para escuchar la voz de Él.
Hoy, te animo a pasar un tiempo escuchando a Dios y lo que Él te quiere revelar.
Una manera de escuchar a Dios es a través de un tiempo devocional en la Palabra de Dios.
Aprovecha estos u otros versículos favoritos para escuchar la voz de Dios. Medita en los versículos que más te llaman la atención. Puedes pedir que Dios te hable en este tiempo, pero evita hacer peticiones. Si tus propios pensamientos entran, contéstalos con Escritura y/o pide a Dios que te ayude a concentrarte más en escucharle.
Es una disciplina espiritual que requiere práctica. No te desanimes si te cuesta pasar un tiempo enfocado en escucharle hoy. ¡Vas a mejorar cada vez que lo haces!
Aquí les pongo unos de mis versículos favoritos para escuchar la voz de Dios.
Isaías 61:10-11
Salmo 31
Salmo 27
Éxodo 14:14
Romanos 15:13
Filipenses 4:19
Isaías 41:10 y 13
Salmo 139
Mateo 6:25-34
Sofonías 3:17
Lamentaciones 3:22-27
Efesios 3:14-21
Salmo 63