El día de reposo fue el cuarto mandamiento de los Diez Mandamientos. Y aunque ya no estamos bajo la práctica del día de reposo, hay muchas enseñanzas paralelas en el Nuevo Testamento que debemos cumplir.
Tal como se resaltó en los dos relatos de los Diez Mandamientos en Éxodo y Deuteronomio, el descanso no sólo es una recompensa por un trabajo bien hecho. También es en preparación para un trabajo por hacer.
Descansamos porque nos ha quitado las cargas (Mt. 11:28-29).
Descansamos para renovar el espíritu (Mc. 6:31).
Descansamos para callar el alma (Sal. 46:10).
Descansamos para renovar la esperanza (Hch. 2:26).
Descansamos en el poder de Cristo (2 Cor. 12:9).
Descansamos para renovar nuestra fuerza (2 Cor. 13:9).
Descansamos para reenfocar nuestro propósito (2 Cor. 13:11).
Descansamos para recordar todo lo que Dios ha hecho (Heb. 3:7-19).
Descansamos como ejemplo del descanso de Dios en el séptimo día (Heb. 4:4).
Y anticipamos la promesa del descanso del día de reposo eterno (Heb. 4:1-3, 9-11).
Te invito a ser transformada por el descanso, no unos diez minutos extra de sueño por la mañana o una siesta por la tarde. Que seamos transformadas por una actitud de descanso que sólo se encuentra en comunión con Él que es la fuente de descanso y paz.