Escrito por Wendy Neill
Siempre me han fascinado las mariposas. Sin hacer un sonido, proclaman con gran voz la existencia de un Creador. Los patrones complejos y colores brillantes no son un accidente. Y hay el proceso de la metamorfosis, que no me cabe en la cabeza por su maravilla. Un gusano feo se encierra en un capullo y luego sale con las alas bellísimas, volando por primera vez. ¡Guao!
Cuando vivíamos en Colorado, mi esposo y yo subimos la montaña para llegar al “Lago Colgado,” un poco fuera de Glenwood Springs. Fue un bello día en junio y había mariposas volando brincando durante toda la caminata. Se nos acercaban y extendía mi dedo, esperando que una se aterrizara en mi dedo para poder observarla más de cerca. Sabía que fue algo poco probable, pero seguía intentando.
Llegamos al lago y disfrutamos de la vista. Apreciamos más la belleza por haber caminado dos kilómetros y subido cómo 1.200 kilómetros en altitud.
El camino de regreso fue algo que jamás me olvidaré. Extendía mi dedo una y otra vez y por fin, una mariposa se paró. ¡Me emocioné tanto!
“Kelly, ¡mira!” susurré a mi esposo en una voz tan dura que podía sin asustar mi nueva amiga. Nos maravillamos de las alas negras y azules, como de seda, al abrir y cerrar. Fue como si se estuviera presumiendo. Susurré, “Gracias, Dios,” y después de unos minutos, volvimos la caminata de bajada dado que había otros que venían bajando también.
Pensé que la mariposa se me iría al moverme, pero me sorprendió al quedarse en mi dedo. Hasta cuando brinqué de piedra en piedra, o me agaché para evitar una rama baja del árbol, se quedó en mi dedo. Sacó su lengua (probóscide) y lamió mi dedo. Me dio risilla. Por como 10 minutos, la mariposa bajó conmigo. Cuando otros nos pasaron por el camino, me sonreiría al mostrarles mi acompañante. Sabía que Dios me estaba dando una pequeña vista de Su gran amor por mí. Como un amante le lleva flores a su querida. Él sabía como traerme un deleite. ¿Qué aspectos de Su creación te traen deleite?