Cuando el Hijo del Hombre vino a la tierra, Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. El Príncipe de Paz se humilló y se sometió a todos los retos y las frustraciones emocionales de los seres humanos. Y en medio de las aflicciones y los problemas, nos ofrece una paz que sobrepasa todo entendimiento, una paz que sólo se encuentra en Él.
“Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33)
Toma un momento hoy para dar gracias a Dios por su perfecto regalo de paz. Y no se te olvide que los mejores regalos son los que compartimos.
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El regalo de la paz
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