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Hoy, mi mamá está cumpliendo 60 años de edad. Yo sé. Yo sé. Ni parece que tiene 40. Constantemente nos confunden como hermanas, lo cual es, en parte, verdad.
Somos hermanas en Cristo y me honra poder ser parte del legado de fe llevado de su mamá también.
La foto es de las tres generaciones representadas en la Conferencia Equipar en Orlando, en julio. Qué honor compartir en ese evento juntas, pero más aún dar honor a ese legado de fe.
Gracias por el tremendo ejemplo de fe y aquí hay 60 cosas por las cuales estoy agradecida o que amo de ti. Y estoy segura que te van a hacer reír y llorar.
(P.D. Reconozco que mi papá también merece el crédito por unas de esas cosas también, pero no es tu cumpleaños, así que…)
1. Superar el shock de que estabas embarazada poco después de casarte.
2. Un labor de parto de dieciocho horas para darme a luz.
3. Darme el segundo nombre Joy. (No es que no me gusta Michelle.)
4. Graduarte de la universidad con una bebé en casa.
5. Soportar el hecho de que no dormí toda la noche sino hasta los once meses de edad.
6. Romper el mal hábito del chupón.
7. Conversar conmigo, especialmente a partir de los 18 meses cuando comencé a responder.
8. Pañales de tela (no en contraste con los desechables, sólo reconozco lo asco).
9. Enseñarnos a cocinar a tu lado.
10. Compartir recetas.
11. Permitir que te llame desde el supermercado cuando no me acordaba de una receta.
12. Cortar mi cabello, guiada por la cinta adhesiva.
13. Jennifer, Kimberly, y Chrystal
14. Cuidarnos cuando estábamos enfermas, especialmente el pudín de tapioca.
15. El sillón verde (cuidado que no te reclines demasiado).
16. Las panquecas cumpleañeras y la torta de fresa para mi cumpleaños.
17. Permitir que yo inspirara la selección del nombre de Chrystal Marie.
18. Confiar en mi para cuidar a mis hermanitas cuando tú y papá salieron.
19. Enseñarme que no fue responsabilidad mía de forzarles a hacer algo, sino que sólo me tocaba recordarles.
20. El vagón viejo, multi-color.
21. Programas tales como: La casita en el campo, Matlock, El Precio es Correcto, y las películas Disney cuando nos quedamos en casa enfermas.
22. La búsqueda larga para un van (más de un año, ¿verdad?)
23. Sacar una sorpresa de debajo del asiento en los viajes largos como familia en el van: La Isla Avery, El Gran Canyon, Cuatro Esquinas, la capital (D.C.), Nueva York, Miami en diciembre, y al campo en julio.
24. “DBR” (lectura bíblica diaria) siempre de primero en tu lista de quehaceres en tu agenda.
25. Los versículos bíblicos de memoria en el verano.
26. Conseguir las braquetes para mis dientes torcidos.
27. Trabajar con los solteros en la iglesia.
28. Invitar a otros a la casa para almorzar los domingos, confiando que siempre habría suficiente para comer.
29. Haciendo que fuera totalmente normal y lo esperado, el compartir con personas de otros países, idiomas, culturas, y experiencias. (Asumí que eso fue normal para todos.)
30. Permitir que te introdujera a la película La Novia Princesa, e insistiendo que papá la viera apenas llegó a la casa.
31. Seguir citando La Novia Princesa.
32. Reírte hasta llorar.
33. Ayudarme a asistir a Harding para la universidad.
34. Apoyarme en mi primera campaña a Venezuela aunque, como dijiste, “No quiero que vayas porque sé que te voy a perder.”
35. Permitir que me quedara tres semanas más en Venezuela en ese primer viaje (junio 1996) porque, en cierto sentido, ya me habías perdido.
36. Entender que nunca jamás iba a volver a casa de la misma forma, y tener más comprensión por sus propias mudanzas que “El mundo no es nuestro hogar.”
37. Cómo pasaste por el duelo cuando por vendieron el van después de más de 200.000 millas.
38. Apoyarme como hermana en Cristo cuando quería mudarme a Bogotá, Colombia, pero pegar grito de “¡no!” como mi madre en reacción a mi posible mudanza.
39. Tres viajes a Venezuela de tres semanas cada una.
40. Compartir el espacio en la maleta cuando me mudé a Venezuela y volví a los EE.UU.
41. Traducir para ti en el retiro de mujeres en Venezuela.
42. Adoptar a mis amigos como tuyos, aun si no hablaran la misma lengua.
43. Llevarme y buscarme en el aeropuerto.
44. Sentir el shock completo y quedar sin palabras cuando les sorprendí para el día de la acción de gracias… “Mi… mi Michelle está aquí. Mi Michelle está aquí.”
45. Permitir que te llamara cada vez que iba al supermercado, abrumada con todas las opciones, cuando regresé de Venezuela.
46. Secuestrarme a tu casa cuando me enfermé en el 2009.
47. Leer todos los libros y hablar con otros para averiguar lo que debía y no debía de comer.
48. Hacer comida para pájaros, comida para perros, y al fin comida apta para personas, en el proceso de aprendizaje.
49. Manejar de ida y vuelta a Baton Rouge de Houston para confirmar que estaba bien en los principios de mi proceso de sanación.
50. Querer pegar a Eric, pero no pegarle (y otras cosas que pasaron en esa época).
51. El viaje a Denver para cuidarme después de la operación aunque yo no tenía idea de la ayuda que necesitaría.
52. Brincar de gozo cuando decidí mudarme a Searcy.
53. La lista larga que “quién debe cuánto a quién,” de lo que buscamos la una para la otra cuando vamos de compras.
54. Los viajes con el MHRH, aun si fue solo para habla-hispanas: Nashville, Colorado Springs, Hot Springs Village, Abilene, Orlando, y puede que hayan más.
55. Seguir fiel en el matrimonio por más de 40 años.
56. Cuidar y apoyar a tus padres, tus suegros, y otros de la familia.
57. Cuidar y apoyar a la familia en Cristo.
58. Las noticas de amor que te gusta dejar escondidas en nuestras casas.
59. Tus oraciones.
60. Siempre apoyarme, y las cosas que Dios me ha llamado hacer, especialmente y más recientemente a través del Ministerio Hermana Rosa de Hierro.

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