Comprar una casa trae ciertos riesgos, especialmente si es una casa vieja. Cada día trae nuevas sorpresas de cosas que requieren atención.
Ya que mi casa lleva como seis meses de haber sido transformada y remodelada, me río al contar las historias de lo que pasó durante el proceso. Gracias a Dios, ahora podemos reírnos de lo que antes fue una situación estresante, pero que nunca nos olvidemos de las lecciones aprendidas…
El lavaplatos murió pero no antes de hacer mucho daño al piso. Dejó mucho agua bajo el piso y ruinó la madera que absorbió el agua.
Sacamos el piso ruinado y encontramos mol y más daño bajo el superficie de lo que esperamos.
Mientras tanto, mi mamá estaba coordinando unas remodelaciones en su propia casa. Detrás de una de las paredes en la cocina, encontraron evidencia de un incendio.
Las dos casas presentaron una fachada excelente, pero hasta que investigamos, no sabíamos lo que estaba pasando bajo el superficie.
Eso pasa con las personas también. Ponemos una máscara: la cara sonriente que “todo está bien,” especialmente los domingos en el servicio frente a los hermanos. ¿Pero a quién estamos engañando?
Dios sabe mejor que nadie lo que está pasando adentro.
Una vez que dejamos que Dios revele lo que está pasando bajo el superficie, Él ya nos puede ayudar a resolver el problema, redimir el quebranto, y sanar las enfermedades.
Puede ser un proceso doloroso, pero recuerda la belleza por dentro y por fuera que vendrá luego.
Salmo 103:1-5
Bendice, alma mía, al Señor,
y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
El es el que perdona todas tus iniquidades,
el que sana todas tus enfermedades;
el que rescata de la fosa tu vida,
el que te corona de bondad y compasión;
el que colma de bienes tus años,
para que tu juventud se renueve como el águila.
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Nunca sabes lo que está pasando bajo la superficie
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