A veces cuesta entrar en una comunidad. Me acuerdo de los grupos en la escuela secundaria y cómo me provocaron los temores y las inseguridades al sentir excluida.
Somos transformados cuando alguien nos invita ser parte del grupo, nos da la bienvenida, y nos hace sentir en casa—parte de algo más grande que nosotros.
Para los que no han tenido la bendición de ser parte de una familia o grupo amoroso, el gozo a ser adoptado o incluído puede ser transformador. Al ser adoptados, nos invita a compartir su nombre, en las tradiciones familiares, a la comunión con otros miembros de la fmailia, y un sentido de pertenencia.
No hay adopción más especial que la de ser escogido por Dios, adoptado en su familia, comprado por la sangre de su hijo, Jesucristo.
El concepto de adopción lleva un signficado especial para nuestra familia dado que mi papá fue recibido en la casa de mis abuelos como hijo adoptivo a los 15 años. No sería el hombre cristiano que es hoy en día si no fuera por el amor, disciplina, enseñanza, e influencia de ellos.
¿Cuál es la significancia de la oportunidad que tenemos de ser adoptados a la familia de Dios? Si conoces a alguien que no forma parte de esa familia espiritual, toma el tiempo de invitarles a ser adoptado—a ser bendecido por el amor, disciplina, enseñanza, e influencia que trae consigo la transformación y una vida abundante en Cristo.