Cuando alguien se quema y su piel se está sanado, la piel vieja se tiene que quitar—un proceso doloroso—para que puede seguir la sanación. Es parte del proceso de transformación del renacimiento de la piel y el renacimiento de la persona.
El fuego nos puede llevar a nacer de nuevo y la transformación. 1 Pedro 1:7 habla de nuestra fe acrisolada al fuego. Y Malaquías 3:3 nos enseña que Dios se sienta como fundidor y purificador de plata. ¿Qué significa ser acrisolada o purificada por el fuego?
Permítanme usar una ilustración frecuentemente usada, aunque no sé cuál es el autor original:
Un joven estaba leyendo Malaquías 3:3 y quería entender lo que significa que Dios es el fundidor y purificador de plata. Así que, fue a visitar a un joyero para preguntarle sobre lo mismo, sin mencionar la referencia bíblica.
El joyero empezó a describir el proceso de la purificación de los metales preciosos. “Los pongo en el fuego para quemar las impurificaciones y para que sean amoldables. Mantengo un ojo en la temperatura del fuego y cuánto tiempo el oro o la plata está allí para que se quemen todas las impurificaciones sin dañar la integridad del metal precioso.”
Fascinado, el joven dio sus gracias al joyero y volteó para irse. Se quedó pensativo al reflexionar sobre la manera en la cual Dios permite que las pruebas al fuego en nuestras vidas nos purifican.
Antes de llegar a la puerta, el joyero habló otra vez, “¿Quieres saber cómo sé cuando esté listo?”
“¿Cómo?” preguntó el joven.
“Cuando veo mi reflejo en él.”
¿Has sido transformada por fuego hasta tal punto que Dios se ve reflejado en tu vida? A nadie le gusta pasar por el fuego, pero mi oración por ti hoy es que a través de la prueba al fuego, puedes ser un reflejo precioso de nuestro amoroso Padre celestial.