Crecí conociendo la historia de mis padres. Y por eso mismo, no sabía lo que me esperaba en el futuro. Mi papá fue un líder muy respetado y él tenía una relación muy especial con Dios, aunque la manera en que él y mi mamá se conocieron fue un punto muy bajo en lo que muchos vieron como una vida ejemplar.
Mi papá se arrepintió y buscaba el corazón de Dios. Escuchando las promesas que él siempre proclamaba de Dios por creerle y su palabra fue inspirador. Sin embargo, me puse muy nervioso cuando una de las promesas me declaró el próximo rey…
Me llamo Salomón y tenía miedo. Muchos de mis hermanos querían ser rey, pero yo fue escogido por Dios para llevar el nombre de la familia y el legado de seguidores de Dios.
Por lo tanto, cuando Dios confirmó mi puesto y me preguntó qué quería, en un sueño, le pedí sabiduría – entendimiento y discernimiento para reinar sobre su pueblo. Le impresionó tanto mi pedido que me regaló la sabiduría y, además, me bendijo con muchas riquezas y honor (1 Reyes 3:5-14).
Una de las primeras pruebas de mi sabiduría es también uno de los ejemplos más reconocidos… Dos mujeres vinieron con la idea de que el bebé que cargaba era suya. Mientras pelearon y presentaron su caso, Dios me dio una idea sabia de cómo discernir. Sugerí que cortaran el bebé por la mitad para que las dos tuvieran una parte. La madre verdadera respondió, “¡No! Deja que la otra lo tenga. No hagan ningún daño al bebé.” Su acto de sacrificio demostró el gran amor que tenía por su bebé.
Esta historia de sabiduría y muchas más se llegaron a conocer en Israel y en otras naciones. Gente me venía a visitar para ver por sí mismo.
Compartí aspectos de la sabiduría por escrito. Lástima que no cumplía con lo que predicaba…
Presten atención en los dos días que vienen para aprender más de mi historia y la sabiduría que Dios me dio.