Katie Forbess es mi mano derecha, mi Bernabé (animadora), y compañera en todo lo que es el Ministerio Hermana Rosa de Hierro. Me siento súper-bendecida tenerla como Presidenta de Junta Directiva del Ministerio Hermana Rosa de Hierro y como amiga.
Hablamos casi diariamente sobre las cosas del ministerio. Nos regocijamos en lo que Dios está haciendo y frecuentemente expresamos nuestras frustraciones con lo que otros no están haciendo (como con la casa editorial y la imprenta, por ejemplo).
Compartimos las peticiones, el ánimo, los desafíos, y la vida. Llevamos nueva años sin vernos antes del evento bilingüe en Denver en noviembre del 2013. Ahora, dado que vivimos a dos horas, nos podemos ver con mucha más frecuencia.
En el primer año del establecimiento del MHRH, estuve en Houston, frustrada de que no nos iban a llegar las copias de Humano Y Santo a tiempo para la Conferencia Internacional de Mujeres en la cual estaba dando una clase. Mientras tanto, Katie estaba haciendo todo lo posible para hablar y animar a los contactos de la casa editorial y la imprenta. Después de que terminó la conferencia y ya tuvimos más esperanza de que llegaran los libros a las que estaban pronto a regresar a sus hogares en otros países, Katie y yo estábamos conversando sobre los libros que necesitábamos enviar para Venezuela, mi próximo viaje.
En ese momento, tuve que salir para reunirme con alguien, así que no pudimos terminar la conversación ni orar. Katie dijo, "Cuando hablamos mañana, el número uno en nuestra lista es orar." Asentí totalmente y colgamos para seguir el resto del día.
El próximo día me sentí abrumada con todo lo que me quedaba por hacer antes de irme a Venezuela y cumplir con otras cosas para el Ministerio Hermana Rosa de Hierro que no quería dejar pendiente mientras iba de viaje. Katie y yo tuvimos que posponer la conversación dos veces ese día, pero por fin pudimos hablar sobre varias cosas pendientes.
Nuevamente, se acercaba el tiempo en que me tenía que ir, así que terminamos de lo que estábamos hablando y colgamos. Me volvió a llamar en seguida y le pregunté si me había llamado por error o a propósito. "¡A propósito!" me dijo. "Es que no hicimos el número uno en la lista."
Me humilló el recordatorio y di gracias a Dios por una hermana y amiga en Cristo, una hermana rosa de hierro que me puede afilar y animar en los áreas donde quiero crecer y florecer. Cada una tomamos un turno orando y no tengo palabras para describir la paz que me vino y el agradecimiento por todo lo que Dios ya había hecho. A Katie se le salieron las lágrimas al orar también y las dos colgamos con otro espíritu con el que tuvimos al iniciar la conversación.
Alabado sea Dios por el poder de la oración y la manera en que Él pone a otros en nuestras vidas para transformarnos, animarnos, y desafiarnos.