Listo. Me rindo. Ya no me queda esperanza.
¿Te has encontrado así? Aún si sólo por un momento.
Hay situaciones en las cuales nos sentimos sin esperanza.
Había un hambre terrible cuando estaban sitiados los israelitas en 2 Reyes 7. Hasta vemos que dos mujeres decidieron comer a sus hijos. (Luego, una de ellas cambió de parecer – 2 Reyes 6:26-29.)
Lo que pareció una situación desesperada, Dios redimió al hacer que los sirios, quienes habían sitiado a los israelitas, se fueran. Luego, Israel pudo salir y disfrutar los bienes y la comida de los sirios como abandonaron su campamento.
Abraham, el padre de muchas naciones… Él y la esposa eran viejos y sin hijos – otra situación sin esperanza. Pero contra toda esperanza, Abraham, tuvo esperanza y creyó.
El hijo de promesa de Abraham no nació sino después de que se hicieron un pacto entre Dios y Abraham. Ismael, el hijo de Agar, nació antes de que Abraham fuera circuncidado. De hecho, padre e hijo fueron circuncidados el mismo día (Génesis 17:26) y el siguiente día, tres ángeles del Señor visitaron a Abraham y le prometieron un hijo con Sarah antes de que cumpliera otro año.
Cuando confiamos en Dios y entramos en pacto con Él, Dios toma lo imposible, situaciones sin esperanza, y tiene el poder para realizar cosas más allá de lo que esperamos o imaginamos (Ef. 3:20-21). Pregúntale a Abraham o a los Israelitas para confirmación.
¿Qué situación sin esperanza vas a entregar al Señor hoy?