Un avión tiene dos indicaciones importantes: su altitud y su actitud. La altitud indica su distancia de la tierra, pero la actitud indica hacia donde se dirija (derecho, hacia el cielo, o hacia la tierra).
Puede tener buena altitud, pero si no corrige su actitud, el avión puede chocar con la tierra más pronto de lo que quiera y no de la manera que debe para un buen aterrizaje.
He tenido días así. Amanezco bien, contando mis bendiciones, agradecida por el nuevo día, pero algo pasa y mi actitud me lleva hacia abajo. Entro en un camino de choque con todo lo que encuentro en mi camino. Y si no corrijo mi actitud pronto, voy a estrellar y llevaré días recogiendo los pedazos del desastre que he creado.
El mejor remedio en esos momentos es una actitud de gratitud. Me alza los ojos al cielo y corrige mi dirección errante.
Doy gracias a Dios por su paciencia para conmigo y por siempre ayudarme a mejorar mi actitud.