Escrito por Kassie Lamoureux, Asistente Ejecutiva del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
La semana después de nuestra graduación de la universidad, mi amiga Emma se casaba. Estaba muy emocionada por la boda por muchas razones; una de ellas era que por fin iba a conocer a la hermana mayor de Emma. Había escuchado una historia tras otra sobre ella en los últimos años. Y Emma siempre decía: "Oh, te encantará conocerla". Unos días antes de la boda, ¡llegó la hermana de Emma! Lo primero que le dije fue: "Nunca nos hemos conocido, pero siento que te conozco por lo mucho que Emma ha hablado de ti".
Así como yo sentí que conocía a la hermana de Emma a través de las historias que contaba, los demás deberían sentir que conocen a Cristo a través de nosotros como Sus discípulos. Deberíamos estar hablando de las grandes cosas que Jesús ha hecho en nuestras vidas para que el mundo lo conozca. Deberíamos contarle a otros acerca de Él y decir: "Oh, te encantará conocerlo".
Dar a conocer a Jesús debería ser una respuesta natural al encuentro con Su amor. Pero también es un mandamiento que Él nos da. En el libro de Mateo, las palabras de despedida de Jesús a los apóstoles antes de ascender al cielo fueron Sus instrucciones de difundir las Buenas Nuevas para que más personas llegaran a conocerlo.
Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. (Mt 28:18-20, NVI)
Es significativo que este mandamiento a los apóstoles sea el último evento registrado en Mateo. Jesús acababa de resucitar, y sabemos por otros evangelios que estaba a punto de ascender al cielo. Me imagino que los apóstoles le estaban haciendo muchas preguntas sobre lo que sucedería a continuación. Entonces, Jesús dejó a los apóstoles con una instrucción de lo que debían hacer una vez que Él ya no estuviera físicamente con ellos: ¡Vayan y cuéntenlo!
Este último mandamiento a los apóstoles es de tal importancia que se le ha dado un nombre especial por el que lo conocemos: La Gran Comisión. La palabra "comisión" proviene de la misma raíz que "compromiso". Como seguidores de Jesús, debemos comprometernos a contarles a los demás acerca de Él.
El discípulo más notable en Hechos que se comprometió a dar a conocer a Cristo es Pablo. Hizo varios viajes durante años para presentarle a la gente a Jesús. Años más tarde, a menudo regresaba para animar a la iglesia, recordándoles "el Señor en quien creían".
Cada iglesia nombró líderes religiosos, y con oración y ayuno los encomendaron al Señor, en quien habían creído (Hch 14:23).
La Gran Comisión no fue solo un mandamiento para los primeros discípulos. Todos estamos llamados a compartir las Buenas Nuevas de Jesús.
Otra forma de pensar en la palabra "comisión" es dividirla en dos partes:
- "Co": con, juntos, conjunto
- "Misión": asignación, operación, tarea u objetivo
La Gran Comisión es la invitación para que nosotros, como discípulos de Jesús, nos unamos (co-) en la operación (-misión) de Jesús para llevar a todas las personas a Dios, para darlo a conocer en todo el mundo. ¡Qué bueno es que tengamos un Dios todopoderoso que no necesita nuestra ayuda, sino que nos invita a participar en la historia que está desarrollando!
Hoy, ¿cómo puedes unirte a la misión de Dios para darlo a conocer? ¿A quién puedes contarle acerca de Jesús? Y no te olvides de agregar: "Oh, te encantará conocerlo".