Escrito por Eliuth de Valencia, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia
Algunos de los eventos que se nos presentan están fuera de nuestros planes. En mi caso: mi conversión, mi matrimonio, mi ayuda en el ministerio, vivir en tierra extranjera… Nada de esto fue planificado, aunque mi deseo era hacerlo todo bien. A lo largo de mis 43 años, hay cosas que, aunque me han preocupado, y de las que he dudado, tengo una fuerte convicción de que Él estaba al control.
Las Escrituras no nos dan mucha información sobre el momento en el que David escribió el Salmo 37, pero podemos estar seguras de que sentía que sus enemigos estaban ganando. A lo largo de gran parte del Salmo, el rey-pastor parece estar aconsejando a su corazón sobre la prosperidad de los malvados. En el versículo 5 del Salmo 37 nos da respuesta de lo que podemos hacer: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él, y él hará” (RV60).
Esto me hizo reflexionar sobre los momentos de dolor e incertidumbre no esperados, que han fortalecido mi compromiso con Cristo tanto que cultivaron un corazón apacible en medio de un mundo turbulento. Espero que puedas desarrollar tal meditación en este salmo que estos pensamientos sean parte de ti al entregar tus planes a Dios.
Sin duda, cuando miramos alrededor y vemos la maldad de este mundo, vemos malhechores. Puede que veas sus acciones al ver o escuchar las noticias, en tu hogar, en tu trabajo o aun en la iglesia. ¿Cómo?, ¿hay malhechores en la iglesia? Lamentablemente, sí los hay. Según mis observaciones, hay gente que, en lugar de centrar sus vidas en Cristo, hace lo que quiere, hasta cosas malas y pecaminosas. ¿Entonces qué hacemos?
Reconozco que este pasaje se trata de nosotras, que somos propensas a airarnos, hiperventilar, a estresarnos y a ponernos ansiosas. De repente, empieza a hervir dentro de mí una especie de ira que, si no la manejo de la manera de Dios, puede expresarse en formas de hablar y de actuar que no agradan al Señor. “Irritarme facilmente me puede llevar a hacer el mal” (Salmo 37:8, parafraseado).
Si tú te irritas en respuesta a la maldad, te puedes conviertir en una malhechora tal como la que te produjo la irritación inicial. Queremos evitar actuar de la misma forma que lo hacen las personas que nos producen irritación. Entonces David nos dice:
“No te irrites” (v.1) En lugar de ello, debemos mirar hacia arriba.
“Confía en el Señor, y haz lo bueno” (v.3).
“Encomienda al Señor tu camino” (v.5). Él va a actuar.
“Confía callado en el Señor y espérale con paciencia”. Los versículos 5, 6, 7 y 8 hablan de mirar hacia arriba.
Con una resolución firme a no irritarnos y futurista de plena confianza en el actuar de mi Señor, sea aquí en la tierra o en el día del juicio, todos los males van a ser corregidos. Las cosas se van a arreglar. Van a cambiar en el tiempo de Dios. Dios está en control.
“No te irrites a causa de los malhechores”. No te estreses. “No tengas envidia de los que practican iniquidad” (v.1) … “Porque como la hierba, pronto se secarán” (v.2) … “Los malhechores serán exterminados, mas los que esperan en el Señor poseerán la tierra.” (v.9)
Puedes fijarte en el contraste entre el futuro de los malhechores y el futuro de los mansos y justos. ¿Qué está diciendo el salmista? No solo hay que mirar hacia arriba, hay que mirar hacia adelante, puede que la promesa se retrase, piensa a largo plazo en los términos de la soberanía y los planes de Dios. Mira el futuro. No veas solo el aquí y el ahora. Mira por fe hacia adelante; y Dios te dice lo que hará.
Y, por cierto, puedes hacer una introspección si estás tomando decisiones malas o viviendo una vida mala, impía y pecaminosa. Si tu vida no está comprometida con Cristo, y te resistes a Su señorío en cualquier área de tu vida, entonces estás viviendo de forma malvada. Si no nos arrepentimos y aceptamos Su gracia, no hay esperanza para el futuro.
Pero también, el Salmo 37 es un pasaje de mucho ánimo para aquellos que están siendo aplastados por los malos hoy en día. Mantén tus ojos en la meta. Recuerda lo que va a pasar. Esto te va a ayudar a no irritarte, sino a confiar en el Señor. Recuerda: el ver la vida desde la perspectiva de la eternidad nos ayuda a enfrentar y a soportar las dificultades y las injusticias de esta vida.
Gracia y paz.