Escrito por Abby Ramirez, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en João Pessoa, Brazil
Cada domingo, cuando celebramos la Cena del Señor, meditamos profundamente en el sacrificio que Él hizo por nosotros en la cruz. Cuando tomamos el pan y el vino, recordamos todo el dolor y el sufrimiento por el que Cristo pasó. Su muerte nos trae tristeza, pero permanecemos en este estado de emoción por solo unos momentos porque nuestro Señor RESUCITÓ. Él venció a la muerte y nos salvó. Su regreso a la vida nos trae una inmensa alegría y paz. Su muerte da testimonio de Su amor y Su resurrección da testimonio de Su poder.
Para nosotras, la resurrección de Jesucristo debería ser de suma importancia, incluso más digna de ser celebrada que Su muerte. Es un hecho que Jesús murió y Su cuerpo resucitó al tercer día. Consideremos juntas lo que este evento significa para nosotros.
En Filipenses 3:10 (NVI), Pablo escribe sobre el poder de la resurrección de Jesús: “a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte”.
Pablo tuvo diferentes experiencias personales con nuestro Señor Jesús en su vida de misión. El apóstol vivió para predicar el evangelio y su comprensión de la resurrección era profunda. En este versículo, Pablo expresa su deseo de conocer a Jesús. Conocer a nuestro Señor va más allá de conocer Su vida histórica y sus enseñanzas. Conocer a fondo a Jesús significa creer en el poder de Su resurrección.
Jesús derrotó a la muerte, y esto nos permite experimentar el poder de este sacrificio al participar en su sufrimiento. Romanos 6:5 dice: “En efecto, si hemos estado unidos con él en una muerte como la suya, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección”.
Si creemos en el evangelio, nos revestiremos de Él en el bautismo, sepultados en el agua y resucitados a la vida eterna, conocedores de que nuestra vida no terminará con la muerte, sino que resucitaremos como Él en un cuerpo glorificado cuando Él regrese.
Jesús dice en Juan 11:25-26: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?” La resurrección de Jesús demuestra poderosamente Su divinidad. Derrotó a la muerte y mostró Su poder sobrenatural. Este evento nos muestra que Cristo es Dios.
Su resurrección tiene el poder de vencer a la muerte, que es el precio del pecado. Cuando Jesús resucitó de entre los muertos, derrotó a Satanás y nos dio el mismo poder. Ahora ya no somos esclavos del pecado, sino que somos más que vencedores en Jesucristo.
Pero gracias a Dios que, aunque antes eran esclavos del pecado, ya se han sometido de corazón a la enseñanza[a] que les fue transmitida. 18 En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la justicia. (Ro. 6:17-18)
Su resurrección tiene el poder de bendecir a todas las naciones sin ningún tipo de discriminación. Los judíos, los gentiles y todas las personas tienen acceso a la salvación a través de Cristo. Su resurrección cumple el plan perfecto de Dios. La resurrección selló el evangelio y Dios concluyó Su plan de salvación para la humanidad.
En Su sabiduría, lo planeó así desde el principio y lo cumplió perfectamente.
Su resurrección tiene el poder de justificarnos. Fue la prueba de que el sacrificio de la cruz se cumplió y fue aceptado. Fuimos comprados con la sangre de Cristo y la deuda de nuestro pecado fue pagada en su totalidad. Su resurrección tiene el poder de darnos vida, lo que significa que todos los que pertenecemos a Jesucristo recibiremos la misma resurrección.
Romanos 6:8 dice: “Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él”. Su resurrección tiene el poder de consolar. Nos asegura que nuestros seres queridos que ya han muerto en Cristo vivirán con Él.
¡Nuestro Jesús resucitó! ¡Está vivo! ¿Cuántas veces al día recordamos este hecho extraordinario? ¿Entendemos el poder de la resurrección de nuestro Señor? Muchos cristianos siguen atrapados en la tumba sin la esperanza de la resurrección, o solo centrados en la cruz y en el sufrimiento. Es bueno recordar y reflexionar sobre la muerte de nuestro Señor Jesús, pero no debemos olvidar que Él resucitó. Recordemos esta importante verdad y consideremos lo que significa para nosotros el poder de la resurrección.
Digámoslo a otros que Jesús venció a la muerte. Su cuerpo no permaneció en la tumba. Por lo tanto, nuestra fe debe basarse en esta gran verdad de la resurrección. Su resurrección fue vista y testificada por muchos. La resurrección de Cristo da sentido a nuestra vida cristiana, como dice Pablo en 1 Corintios 15:14: “Y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para nada, como tampoco la fe de ustedes”.
¡Regocijémonos en Su resurrección!