Ocasionalmente, alguien hace algo que me molesta, me irrita, me hace impaciente, me enoja… pues, ya captas la idea. ¿Qué haces cuando alguien te fastidia así?
Es fácil señalar a la otra persona, resaltar sus fallas, y enfocarnos en sus palabras y comportamiento. Lo que cuesta más, pero es lo mejor, es examinar a nosotros mismos y tomar un momento para evaluar nuestra actitud.
La revisión de la actitud no se trata de excusar el comportamiento de la otra persona, sino se trata de examinar a mí misma y reaccionar de una manera que glorifica a Dios, busca la paz, y vencer la maldad con el bien. Romanos 12:17-21 habla directamente de esa transformación de mi reacción:
No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor. Antes bien,
«Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;
si tiene sed, dale de beber.
Actuando así, harás que se avergüence de su conducta.»
No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.
Vamos a transformar nuestras actitudes y nuestras reacciones hoy.