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Escrito por Francia Oviedo, asistente creativa del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Honduras francia oviedo 320

¿Promete usted amar y respetar a este hombre y serle fiel en las alegrías y las tristezas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de su vida, hasta que la muerte los separe?

¿Quién no ha escuchado esta bella, romántica y tradicional frase? Las que estamos casadas posiblemente escuchamos esto el día de nuestra boda, cuando nos comprometimos con nuestro esposo y firmamos aquel contrato legal, aquel pacto con el que nos unimos delante de Dios, de nuestra familia y amigos.

Pero bueno… Empecemos por el principio. ¿Qué es un pacto? Según la Real Academia Española, un pacto es acuerdo entre dos o más personas que obliga a ambas a cumplir una serie de condiciones.

Tengo 7 años de casada, 7 años de haber hecho este pacto solemne y aunque me encanta la tradicional frase “…hasta que la muerte los separe”, me gustaría actualizarla quizá por algo como esto: Francia, prometes amar y respetar a Oscar, cuando estés contenta y cuando no (cuando tus hormonas te dañen el genio y cualquier cosa te moleste), amarlo en el orden y en el desorden (jaja), en los momentos de quietud y paz y en los momentos de afán y desespero, respetarlo cuando él tenga la razón y cuando tú crees que no la tiene, etc... Quizá tú puedas actualizar tu propia lista.

Decir que “…hasta que la muerte los separe” es fácil, firmar un pacto es fácil, decir sí acepto, es fácil; miles de personas se casan cada día, pero tristemente también miles se divorcian y rompen el pacto anteriormente hecho, y no exactamente porque la muerte los haya separado. Mantenerse fiel a una promesa requiere trabajo, esfuerzo y mucho amor. Alegría, tristeza, riqueza, pobreza, salud y enfermedad son palabras muy generales, muy grandes. Creo que es en los pequeños momentos donde decidimos amar y ser fieles al pacto, momentos incómodos, situaciones en las que debemos ceder y dejar nuestro egoísmo.

En el camino del matrimonio se aprende mucho acerca de esto, a veces muy fácil, y otras veces no tanto, pero Dios nos ha dejado Su ejemplo de fidelidad en Su pacto hecho desde el Antiguo Testamento con Israel. Allí podemos ver cómo Dios se comprometió a guiar y proteger a Su pueblo. En el Nuevo Testamento, vemos también que Dios hizo un pacto con la iglesia, a la cual compara con una novia, una novia con la que ha hecho un pacto de amor y fidelidad. Tristemente sabemos que tanto el pueblo de Israel, como la iglesia han fallado una gran cantidad de veces a su compromiso, pero Dios no. Dios ha sido fiel, entregado, amoroso, constante, misericordioso y, sobre todo, sobre todo perdonador; y nos da Su ejemplo a seguir en nuestro matrimonio.

¿Somos nosotras fieles, entregadas, amorosas, constantes, misericordiosas y sobre todo perdonadoras? Bueno, esta pregunta va primero para mí, ¿lo soy? Tengo el ejemplo de Jesús para serlo. Por supuesto no siempre es fácil, pero siempre vale la pena, y lo que me encanta de este pacto, del matrimonio, es que es allí donde Dios transforma nuestro corazón, nos hace semejantes a Jesús. Allí aprendemos a amar a nuestro esposo como a nosotras mismas, o más que a nosotras mismas. Aprendemos a ser compasivas al esforzarnos por entender su corazón, nos convertimos en una persona misericordiosa que sufre cuando él sufre y llora cuando él llora, y sobre todo perdonadoras, muy perdonadoras. Pero no voy a lavarme las manos creyendo que soy la única buena de la película, por supuesto que mi esposo también me perdona, me ama, es compasivo y misericordioso, o si no, no hubiera sido posible llegar tan lejos (7 años para nosotros, no sé cuántos para ti).

Y todo eso es posible gracias a Dios, es difícil hacer todo esto cuando no recordamos que es esto mismo lo hace Dios por nosotras cada día, gracias a Su pacto de amor y perdón por nosotras. Así que, te animo a que, en tu pacto de amor, sea Jesús tu guía y tu luz y que así mismo, tú puedas ser luz a través de tu matrimonio para otros.

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