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Escrito por Corina Diaz, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en ArgentinaCorina Díaz 320

Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. (Mt. 6:6)

A lo largo de mi vida cristiana he experimentado diferentes etapas en mi conexión con Jesús, esto ha estado determinado por la forma en la que he practicado la oración.

Durante los primeros años aprendí a repetir oraciones y la estructura en que se debía orar (invocar- agradecer - pedir - bendecir). Esto me dio las bases para practicar lo que años más tarde conocí como lectio divina o lectura contemplativa, que consiste en una búsqueda profunda en silencio. Para mí, el silencio es la oportunidad perfecta para escuchar al Padre y hablarle a Jesús desde lo más profundo de mi corazón.

Primer paso, Lectio (lectura): comprender la Palabra (su sentido literal), respondiendo a la pregunta, ¿Qué dice el texto? Es importante contextualizar por medio de un acercamiento literario (análisis de las palabras), histórico (situación sociocultural, económica, política y religiosa) y teológico (qué dice Dios).

Segundo paso, Meditatio (meditación): acoger la Palabra, ¿qué me dice el texto? Entramos en diálogo íntimo con Dios a través de una serie de preguntas que interpelan nuestra realidad, y nos ayudan a descubrir un mensaje para la vida.

Tercero, Oratio (oración): responder a la Palabra, ¿qué me hace decirle a Dios el texto? Respondemos en oración movidos por el Espíritu Santo. 

Y el cuarto paso, Contemplatio (contemplación/acción): inspirar la vida en la Palabra, ¿a qué conversión y acción nos invita el Señor? Se acoge lo descubierto en el diálogo con Dios, y la buena noticia que nos envía al encuentro con los demás.

En este último paso es donde verdaderamente nos vinculamos en oración, cuando el silencio nos ha inundado y hemos escuchado la voz del Padre para inspirar nuestras vidas a diario.

¡Quédate quieto en la presencia del Señor! (Sal. 37:7)

Te invito a hacer este ejercicio a través de un pasaje bíblico, quizás el mismo texto en el que Jesús enseña a Sus discípulos a orar en Mateo 6:5-15.

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