“Haz amigos nuevos, pero guarda los viejos. Unos son plata y otros oro.”
Aprendí esta cancioncita como niña exploradora y me he acordado de su mensaje sencillo tras los años. En el reino de Dios, hay una tremenda bendición al conocer a cristianos que antes no conocías. Y en mis viajes, tengo la oportunidad de conocer cantidades de personas maravillosas con talentos diversos—qué privilegio tener un vistazo de lo que Dios ve cuando mira a sus hijos con orgullo.
Y aunque me encanta conocer a gente nueva y llegar a conocerles más, también disfruto el tiempo con viejos amigos. Hoy, tengo la bendición de hacer eso. Una de mis compañeras de cuarto de la Universidad de Harding, Mandy (Arnold) Vaughn, y yo estamos tomando un café en su patio esta mañana antes de volver a Denver—un buen fin del viaje agotador, pero maravilloso de quince días.