Escrito por Kat Bittner, voluntaria y miembro de la Junta Directiva del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colorado
¡El cristianismo genuino se vive mejor con la gratitud que mostramos!
Encuentro que la gratitud es un arte perdido. La cultura y la sociedad de hoy están tan consumidas por el castigo del pasado que el aprecio por las cosas buenas es vacilante. Nos hemos vuelto más conscientes de las partes problemáticas de la vida. Nuestro enfoque a menudo se desvía hacia las cargas inminentes que llevamos en nuestro cuerpo (físico) o mente (emocional) cuando debemos enfocarnos más en los asuntos divinos (espirituales) por los cuales debemos estar abundantemente agradecidas. Las que estamos en Cristo hemos sido dotadas por Dios a través del Espíritu Santo para soportar muchas aflicciones y llegar intactas al otro lado.
Entonces nos conviene ser agradecidas, sabiendo que somos perfeccionadas por Dios (Santiago 1:2-3). Es mejor para nuestro cuerpo y mente estar preocupadas por las cosas de Dios en lugar de las cosas contrarias de la vida. No conozco a un creyente que haya sido atormentado por pensar en cosas divinas y santas. Pero he conocido a muchos, incluida yo misma, que se han sentido abrumados por el sufrimiento al concentrarse en asuntos mundanos. Estos asuntos son elementos temporales para nosotros, que somos residentes temporales de este mundo. Y permanecer en lo temporal demuestra ingratitud por lo eterno.
“Queridos amigos, ya que son «extranjeros y residentes temporales», les advierto que se alejen de los deseos mundanos, que luchan contra el alma.” (1 Ped. 2:11, NTV)
Si vamos a tener alguna influencia sobre los incrédulos o si vamos a ser verdaderas embajadoras de Cristo, debemos estar agradecidas por lo que Él ha hecho (Efesios 1: 7). Debemos estar agradecidas por quién es Él (1 Juan 4:14). Debemos estar agradecidas por cómo Él trabaja (Hebreos 13:21). Y deberíamos estar demostrando de manera audible nuestra gratitud.
“Después te daré gracias frente a la gran asamblea; te alabaré delante de todo el pueblo.” (Sal. 35:18 NTV)
El mensaje de esperanza y el amor de Dios se puede difundir a los incrédulos mediante nuestra propia gratitud por Jesús. ¿Qué mejor manera de que el mundo lo conozca que mediante nuestra propia proclamación de gracias?
“Den gracias al Señor y proclamen su grandeza; que todo el mundo sepa lo que él ha hecho.” (Sal. 105:1 NTV)
Para que la gratitud surja verdaderamente en el mundo, debemos emular la gratitud. Necesitamos ser “hacedoras de la palabra” (Santiago 1:22) y revelar a Jesús al mundo (Hebreos 1:3). Si podemos transmitir al mundo la esperanza de Jesús, es más probable que el mundo viva en lo bueno en lugar de residir en lo malo.
“En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación 12 y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio.” (Tito 2:11-12, NVI)
Dios nos ha bendecido sin medida. Más allá de lo que merecemos. Eso en realidad es suficiente por lo que deberíamos estar agradecidas. ¿Cómo será visible tu gratitud y, por lo tanto, testificará de Jesús?