Escrito por Liliana Henríquez, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia
Me declaro una “ansiosa en recuperación,” porque es una de mis luchas personales. Tengo la tendencia a proyectarme muy fácilmente hacia el futuro y eso hace que se despierte mi ansiedad ante la incertidumbre. A veces es una ansiedad “buena,” que me hace soñar despierta y anhelar que mis deseos se cumplan al instante. Pero otras veces, es una ansiedad “mala” que me detona pensamientos negativos que no paran y me quitan el sueño.
La ansiedad es una de mis luchas y he descubierto que es una lucha que muchas personas tenemos en común. En este camino de crecimiento espiritual y emocional, he aprendido que la ansiedad se detona cuando creemos que no tenemos el control sobre las cosas y estamos convencidas de que no tenemos los recursos necesarios para afrontar lo que está por venir.
Básicamente, la ansiedad aparece para hablarnos desde la carencia y no desde la abundancia. Nos hace creer que no contamos con los recursos o el apoyo necesario para enfrentar el futuro. Nos hace creer que estamos solas. Nos susurra, y a veces hasta nos grita, que no seremos capaces de manejar la incertidumbre normal de la vida. La ansiedad nos reduce a nada. Lo peor de todo, es que muchas veces le creemos.
Pero como les comenté al principio, ésta es una de mis luchas y he estudiado mucho al respecto en los últimos años. Actualmente, estoy leyendo un libro de Max Lucado titulado Ansiosos por nada. ¡Lo recomiendo ampliamente! En este libro, se destaca el valor de la gratitud. Es ese antídoto que puede ayudar a desaparecer nuestra ansiedad. Debido a que la ansiedad se detona por la conciencia de la incertidumbre, la gratitud hace todo lo contrario. “La gratitud es tener conciencia absoluta de los beneficios de la vida,” afirma el autor.
La gratitud redefine nuestro estado de conciencia y puede hacer que pasemos de ver el vaso medio vacío a ver el vaso medio lleno. Ser mujeres agradecidas, evita que seamos mujeres quejumbrosas y amargadas. La gratitud nos hace enfocarnos en Aquel que sí tiene los recursos que necesitamos y no en nuestras propias limitaciones. El agradecimiento debe formar parte de nuestra identidad.
No olvidemos que la gratitud es una virtud que agrada al Señor.
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” (1 Te. 5:18 RV60)
Querida hermana, hoy quiero invitarte a contar tus bendiciones y no tus limitaciones. ¿Te animas?