El 20 de marzo del 1991 fue un miércoles. Me acuerdo del día claramente y está marcado en mi calendario y mi corazón. Fue el día en que mi hermana, Jennifer, y yo nacimos de nuevo. Después de los servicios de la iglesia esa noche, nuestro papá bautizó a las dos. Después de salir del agua, cantamos "Jesús es Señor." Todavía me acuerdo de ese momento cuando cantamos esa canción. Quería que la canción sirviera de un recordatorio de quién era el señor de mi vida de ese día en adelante.
El bautismo se compara con un nacimiento—una nueva vida formada den Cristo (Rom. 6:4). Y aunque Dios trabaja en nuestros corazones antes de someternos a él en las aguas del bautismo, la transformación verdadera a su imagen comienza cuando morimos a nosotros mismos, nos unimos con él en el bautismo, limpiándonos de todo pecado y recibiendo el don del Espíritu Santo (Hech. 2:38).
Es el jueves con un vistazo al pasado, un momento perfecto para reflexionar sobre el día en que te bautizaste y dar gracias a Dios por la transformación que se ha realizando desde ese día.
Si todavía no has muerto a ti mismo y revestido de Cristo a través del bautismo, me encantaría hablar contigo sobre ese paso importante. O puedo ponerte en contacto con alguien en la ciudad donde vives que puede hablar contigo.