Escrito por Karla Leyton, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Nicaragua
Por medio de las Escrituras hemos conocido que Dios creó todo cuanto podemos observar en nuestro día a día y que es muy hermoso, como lo es la naturaleza, pero debemos resaltar que entre todo lo creado, lo más especial para Dios fue crear al ser humano.
En Génesis 1:26 encontramos: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.” Esta es una razón por la cual quiere que todas seamos salvas, pero también que pertenezcamos a un ministerio con los dones y talentos que Él dispuso en cada una de nosotras.
Es por eso que vemos en varios pasajes de la Escritura ejemplos de mujeres que se entregan con el corazón a Dios, y quienes obedientemente, cumplen con una misión determinada que agrada a nuestro Amado Padre. Podemos destacar a Débora, aquella jueza valiente que tenía integridad y determinación; a María, quien fue escogida para ser madre de nuestro Salvador; a María Magdalena, una discípula siempre dispuesta a aprender; a Sara, esposa de Abraham, quien fue amable y obediente; y a Ester, quien con su belleza e inteligencia mantuvo a salvo a su pueblo.
Todas ellas, y ahora nosotras, podemos sentirnos agradecidas por ser una parte del Todo. Hacemos eso, por ejemplo, cuando reconocemos la bendición de ser maestras de la escuelita dominical instruyendo al niño, o cuando enseñamos a otras mujeres a cómo utilizar su personalidad y aptitudes para servir al pueblo de Dios.
“Porque somos hechura suya creados en CRISTO JESUS para buenas obras, las cuales Dios preparo de ante mano para que anduviésemos en ella.” (Efesios 2:10)