Yo quiero. Yo necesito. Yo deseo. Yo espero. Yo. Yo. Yo.
Pensamos que sabemos lo mejor. Presentamos nuestras peticiones, clamando a Dios como si Él fuera un Papá Noel o Santa Claus que nos entregará todo lo que querremos si nos portamos bien.
Cuando tratamos a Dios así, las necesidades parecen mayores que las bendiciones. Al enfocarnos en lo que nos falta en vez de lo que tenemos, nuestra perspectiva es distorsionada.
También, cuando hago una lista de mis peticiones y mis necesidades y mis deseos y mis quejas, caigo fácilmente en la trampa del orgullo.
Pablo explica el balance necesario cuando presentamos nuestras peticiones a Dios en Filipenses 4:6.
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y DENLE GRACIAS.
¿Qué pasa cuando comienzo mis oraciones con acción de gracias?
1. Las bendiciones superan las necesidades.
2. Se cambia el enfoque.
3. Se aclara la perspectiva.
4. La fidelidad de Dios perdura para siempre.
5. Confío plenamente en Dios.