Escrito por Johana Batres, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
Un año después de haberme casado, mi esposo perdió su empleo. Yo confié en mi esposo y en su buena preparación académica para encontrar otro empleo. Lo que yo ganaba alcanzaba para las necesidades básicas de la casa. Dios quería que mi esposo se acercara más a Él y así pusiera sus talentos al servicio de Su obra. Pasaron ocho meses, largos y angustiantes, pero nunca nos faltó la provisión de Dios. Siempre tuvimos alimentos y medicinas. Estuvimos a punto de perder nuestra casa, y en una ocasión nos cortaron la luz. Es triste recordar esos momentos, pero lo más hermoso es que Dios siempre estuvo allí como nuestro Proveedor ¡hasta que, al fin, mi esposo encontró un nuevo empleo!
¿Por qué quise compartir esto con ustedes? Porque en este mundo, sólo podemos sobrevivir con provisiones que nos llegan de lo Alto. En ese tiempo aprendí que mi confianza debe estar puesta en Dios y no en las personas bien preparadas. Mi esposo empezó a servir en la obra y a trabajar con el grupo de jóvenes.
Dios, el Creador del universo, el Todo, es quien nos provee todo lo necesario. La oración es, para nosotros, el medio importante que nos conecta con Dios.
Jesús nos insta a orar: "Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno" (Mateo 6:9-13).
En aquella época, el pan era el alimento básico y representaba todas las necesidades de la gente. Así, además de las necesidades físicas, Jesús nos enseña que oremos por todo: consuelo, salud, ánimo y sabiduría, entre otros.
¿Cuál es tu necesidad hoy? Ora al Señor..."El SEÑOR está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan en verdad" (Salmo 145:18).
La oración es la voz de la fe, de quien confía en que Dios proveerá lo necesario.
¡Dios te bendiga!