En mi angustia invoqué al Señor;
clamé a mi Dios,
y él me escuchó desde su templo;
¡mi clamor llegó a sus oídos!
Salmos 18:6
Escrito por Debora Rodrigo
No hay mayor consolación que la de saber que en medio de la angustia, alguien nos escucha. Y no cualquier alguien, sino Aquel que puede poner en nosotras paz. A menudo, las situaciones de la vida nos abruman, nos aplastan y nos dejan fuera de combate. Pero en medio de esa situación caótica, cuando todo alrededor parece estar derrumbado, cuando parece que no podemos ver una cara amiga, Dios nos escucha…
Solemos decir que siempre es más fácil acudir a Dios cuando las cosas no van tan bien. Sin embargo, no siempre es fácil hablar Dios en los momentos difíciles. Muchas veces estamos muy preocupadas pensando en qué hacer, qué pasos dar a continuación. O posiblemente hayamos perdido toda esperanza y nuestro impulso sea llorar desconsoladamente y lamentar nuestra situación.
La oración es un arma poderosa. No solamente para cambiar la situación que nos rodea, sobre la que Dios tiene el control absoluto, a pesar de lo que nos parezca imposible a nuestro entender. La oración es también capaz de cambiar nuestro interior. La oración puede llenar de paz nuestra alma. Puede poner gozo en un corazón angustiado.
La próxima vez que la angustia te invada, detente. Antes de dejarte llevar por el pánico, antes de comenzar a pensar desesperadamente qué hacer para salir de una situación que te sobrepasa, antes incluso de pensar en las consecuencias de lo que está ocurriendo, cierra tus ojos y ora. Te sorprenderá experimentar cómo Dios trabaja dentro de nosotras mientras estamos orando.
Dios no está lejos. A pesar de lo que a veces podamos pensar o sentir. Él está ahí a tu lado, en medio de la misma angustia que experimentas. Si no puedes verlo o sentirlo es porque tus emociones o tu situación no te permiten hacerlo. Pero a través de la oración, esa percepción puede aclararse. Invoca al Señor, clama a Dios, y experimenta como el salmista esa seguridad de que Él te escucha, de que tu clamor llega a sus oídos.
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