Escrito por Ximena Ramirez, Montevideo, Uruguay
Vivimos en este mundo, dentro de varias culturas cada una con sus reglas y costumbres. En general trabajamos día a día para sobrevivir y tenemos cada vez más que hacer, más responsabilidades, más preocupaciones. En el mundo de hoy parece que cada vez el tiempo pasa más rápido y nosotros corremos de un lado a otro para alcanzar aquello que queremos. A pesar de todo esto, si nos preguntan si somos libres responderemos con un Sí.
Nos consideramos libres desde un concepto de libertad político y legal al que estamos acostumbrados; tenemos la libertad de hacer y de ir a donde queramos sin que nadie nos lo prohíba. Hemos luchado por tener esa Libertad a lo largo de la historia de la humanidad y aun hoy en muchos lugares del planeta se sigue luchando por conseguirla. Queremos también la libertad de expresión y de pensamiento. Sin duda todas estas libertades son importantes en nuestras vidas, pero ¿nos sentimos realmente libres? ¿Son nuestros pensamientos y expresiones tan libres?
Todos sabemos que no somos totalmente libres. Como humanos hemos creado nuestras propias limitaciones sin darnos cuenta. Nos limita el tener o no dinero, nos limitan nuestros trabajos, nuestra familia, nuestros compromisos, nuestras metas, nuestros prejuicios, todo eso que no nos deja volar como un pájaro nos hace menos libres. ¿No les parece?
Ahora, si paramos un minuto y pensamos que somos Cristianos, debemos recordar que nuestro Maestro y Pastor dijo claramente que:
“Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad, y la verdad los hará libres.”
(Juan 8:31-32)
¿Pero de qué Libertad estaba hablando Jesús? Los judíos con los que estaba hablando tampoco entendieron en ese momento que esa Libertad no era del tipo de la cual la estaban acostumbrados.
La Libertad de la que Jesús habla es la espiritual, mental y verdadera. Porque es la que nos libera del pecado, y sabemos que este mundo está inmerso en pecado. ¡Por eso nuestra Libertad no depende de las limitaciones humanas, ya fuimos liberados! (Gál. 5:1)
Cuando no nos sentimos libres, muchas veces nos sentimos impotentes, inútiles, agobiados y deprimidos. El stress y la depresión son las enfermedades más comunes en nuestros días.
Los seguidores de Cristo debemos recordar día a día que ya no pertenecemos a este mundo, aunque vivamos en él, (2 Cor. 10:3) y tenemos el acceso a la verdadera Libertad a través de la Verdad que Él nos enseñó. La misión de Jesús fue mostrarnos el camino hacia esa libertad que perdimos en el principio, y llevarnos a una transformación desde nuestra mente, nuestros pensamientos hasta nuestras acciones y manera de vivir (2 Cor. 10:5). Esa libertad a la que podemos acceder queda dentro de nosotros y se refleja hacia nuestro exterior en consecuencia. Podemos liberarnos de todo lo malo que nos agobia si seguimos las enseñanzas de Jesús y de Su palabra (Sant.1:25).
¿Cuál es la Verdad que conoceremos al ser discípulos de Jesús? Recuerdo una serie de TV de los años 90 muy exitosa llamada Los archivos X, tenían una frase que siempre ponían al final: La Verdad está ahí afuera. Y en cierta manera está ahí afuera, porque podemos verla en toda Su creación, en todo lo perfecto que el universo es, pero también la Verdad es Jesús, está dentro de toda Su palabra, y dentro de nosotros si la escudriñamos (Juan 14:6). El saber, entender y practicar lo que aprendemos de Jesús y Sus palabras nos hará verdaderamente libres.
Parece tan misteriosa esa Verdad, pero si miramos a Jesús y lo que nos enseña veremos que en realidad es más simple de lo que pensamos. Como sus seguidores debemos intentar hacer lo que nos dice, y al final nos damos cuenta que, al hacerlo, tenemos una vida más llena, más amorosa, más pacífica y más libre.
Libres para decir igual que Pablo: “para mí el vivir es Cristo” (Fil 1:21). Seremos libres de todas nuestras preocupaciones y tristezas si nos damos cuenta de que nuestro propósito y el motor de nuestra existencia ya no es el tener más, ser exitosos en nuestras carreras, tener una hermosa familia, tener un hijo, viajar a lugares lejanos, sentirnos felices, etc.
Nuestro propósito ahora está libre de las limitaciones que tenemos como humanos. El propósito que ahora tenemos es más grande y como consecuencia del cambio que tenemos en nuestro ser nos sentiremos liberados (Gal 2:20).
Pablo en la carta a los Filipenses les recomienda en que pensar (Fil 4:8), y es un consejo muy práctico sobre todo en estos días en que nos es difícil limpiar nuestra mente de cosas negativas. Nos bombardean las noticias de calamidades por todo el mundo, la crisis económica y las injusticias están por todos lados. Qué difícil es no pensar en esas cosas y cómo influyen también en nuestra vida. Pero podemos tener presente esos buenos pensamientos que nos llevan a actuar con una actitud diferente, sabiendo que tenemos un Salvador, que ya nos liberó y nos llama a seguirlo y a ser verdaderos discípulos.
La Libertad en la que podemos vivir desde ahora está allí; el único camino que nos lleva a ella es Jesús. Busquémoslo a Él, a Su palabra, a Su ejemplo y pongamos en práctica todo lo que aprendemos.
Las enseñanzas de nuestro Maestro no solo nos llevan a la salvación y vida eterna, sino que nos sirven en esta vida terrenal para vivir con la paz interior que nos trae el hacer lo bueno, el pensar lo bueno, el vivir en el Espíritu. Nuestra mente y corazón son libres porque dejamos entrar a Jesús en nosotros.
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