El domingo pasado, una de las familias jóvenes de la congregación hispana necesitó mi ayuda. Tienen tres hijos – el mayor no ha cumplido los cuatro años todavía. El del medio que tiene dos años no quiso quedarse en la guardería de la iglesia, así que la mamá pasó un tiempo animándole a quedarse. Mientras tanto, el papá llevó al bebé de cuatro meses al culto de adoración que ya se había empezado.
Justo antes de la santa cena, oí un susurro, “Michelle, ¿puedes cuidar la bebé. Tengo que servir en la santa cena.”
“¡Por supuesto!” No dudé en pasar a la última fila y cuidar al bebé gordito que estaba en su asiento en el piso. ¿Pero lo dejé en su asiento? Claro que no.
Durante el resto del servicio, aún después de que sus padres había vuelto, el bebé y yo nos movimos, cantamos, nos reímos, y escuchamos el sermón. Pues, yo escuché al sermón. Él empezó a luchar contra la siesta, así que le hice un columpio con mis brazos hasta que se quedó dormido.
No hay mayor gozo que cargar a un bebé durmiendo. Todo otro estrés del día se derrite cuando tomamos el tiempo para absorber el gozo del momento, permitiendo que otros pensamiento s y otras preocupaciones empiecen a despaparecer.
¿Qué es algo en el cual encuentras gozo?
El olor de la grama recién cortada
Una flor floreciendo en la primavera
Chocolate
Un buen respiro
Una cena con viejos amigos
Un café con una amiga nueva
Un atardecer
Tomarse de la mano
El olor de tu postre favorito
Tu canción favorita por la radio
Te animo a tomar un tiempo hoy a buscar el gozo en las cosas más sencillas.