El Centro Estudiantil de la Universidad Estatal de Luisiana (LSU) tuvo un hombre sin hogar viviendo en los pasillos por varios años. Primero visitó el local para poder recibir consejería de la iglesia. (Tuvimos un licenciado en consejería en ese tiempo.)
De la consejería, a una amistad, a un hermano en Cristo, Ernie Spiers, dueño anterior de una cantina y el aficionado más emocionante de los Tigres de LSU, se volvió un constante en la vida del Centro Estudiantil de LSU.
Ernie siempre quería confirmar que las chicas llegaron bien a sus carros después de estudiar hasta muy tarde. No fue algo oficial, pero nos cuidó el local de noche y sirvió como buen oído compasivo para los estudiantes que se quejaron de los profesores, se frustraron con su situación económica, y lucharon para conseguir cierta nota en una clase difícil. Luego, les preguntaría sobre cómo les salió el examen o les animaría con una palabra sabia que había adquirido de su vida larga y dura antes de conocer a Cristo.
En el servicio memorial en enero del año 2012, predicadores, estudiantes ya graduados, consejeros, y amigos compartieron sus recuerdos especiales y anécdotas chistosas. Su presencia misma fue en honor a la vida de Ernie y un testimonio a la familia en Cristo.
Uno de los momentos más importantes, para mí, ese día, fue cuando cantamos la canción favorita de Ernie, la que pedía todos los domingos por la noche cuando tuvimos un servicio de adoración para los universitarios: Victoria en Jesús u Oí bendita historia.
En ese momento durante el servicio memorial, Ernie estaba probando de la verdadera victoria en Jesús y, en su honor, les voy a dejar con la letra de esa canción especial.
Victoria en Jesús – Oí bendita historia
Oí bendita historia
De Jesús quien de su gloria
Al Calvario decidió venir
Para salvarme a mí.
Su sangre derramada
Se aplicó feliz a mi alma
Me dio victoria sin igual
Cuando me arrepentí.
Coro:
Ya tengo la victoria
Pues Cristo me salva
Buscome y comprome
Con su divino amor
Me imparte de su Gloria
Su paz inunda mi alma
Victoria me concedió
Cuando por mí murió.
Oí que en amor tierno
Él sanó a los enfermos
A los cojos los mandó correr
Al ciego lo hizo ver.
Entonces suplicante
Le pedí al Cristo amante
Le diera a mi alma sanidad
Y fe para vencer.
Oí que allá en la gloria
Hay mansiones de victoria
Que su santa mano preparó
Para los que Él salvó.
Espero unir mi canto
Al del grupo sacrosanto
Que victorioso rendirá
Tributo al Redentor.