Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
Blog
Más entradas del blog abajo
- Detalles
Escrito por Katie Forbess, presidenta de la Junta Directiva del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
Publicado originalmente el 02 octubre de 2020
Estimada Hermana….,
¡Hola! ¿Cómo estás?
Algunos artículos de blog recientemente se tratan de solteras y por esa razón decidí escribirte una carta con algunos pensamientos sobre ti y para comunicarte que tú eres una parte vital y absolutamente necesaria del cuerpo entero. Tú eres una parte imprescindible de mi vida y del Cuerpo de Cristo.
Tú eres una parte increíble de mi vida, particularmente de mi vida espiritual. Tienes una perspectiva y me brindas exhortación de una manera completamente única. Sé que ser soltera a veces ha sido un desafío para ti tanto como el ser casada ha sido un desafío para mí. Siempre me guías al Padre de una forma hermosa y edificante mientras no dejas que yo me salga con la mía tampoco. No siempre he sido capaz de comprenderte a ti como tú puedes comprenderme a mí.
Tu manera de trabajar en la iglesia detrás de las cámaras, mientras dedicas tu corazón entero a lo que haces, es inspirador. Tu forma de servir como partera a las mujeres y luego ayudar con la lactancia o cualquier necesidad que tengan es también impresionante. Dios te ha dado tantos dones únicos y aprovechas de ellos cada día cuando Dios te presenta con nuevas oportunidades.
Eres una persona sin miedo. Bueno, seremos honestas, a veces tienes miedo, pero enfrentas el miedo con la palabra de Dios. Tomas el miedo y lo pones en su lugar ante el Padre y lo declaras a otras hermanas para que ese miedo ya no tenga dominio sobre ti.
Tu fuerza viene de Jesucristo, y no de ningún otro hombre. Estás casada con Cristo de una manera que yo a veces anhelo. Tomas tu compromiso en serio tanto como un voto de matrimonio.
Sé que has sufrido periódicamente porque no siempre he sido considerada y no te aprecio tanto como debería. Han pasado muchas veces cuando has venido y me has ayudado y me has entendido cuando nadie más lo hizo. Comprendías lo que pasaba e hiciste algo al respeto. Siempre te dedicas a la oración y acción frente a las pruebas.
Dentro de la iglesia yo sé que han pasado momentos cuando los demás te han lastimado por hablar constantemente de buscarte una pareja, limitar tu opinión en el equipo misionero porque no tienes esposo, e ignorarte en las conversaciones y acciones. Lo siento. Siento que hayas sufrido y me esforzaré para hacerlo mejor y pido a Dios que como iglesia podamos hacerlo mejor.
Ofreces muchísimo a la iglesia y a la vida cristiana. Yo sé que cualquier congregación por donde entras, ya sea por un solo domingo o por diez años, es una congregación bendecida.
Gracias por ser tú misma y por ser honesta con los demás en cuanto a cómo Dios te forma y moldea en toda clase de circunstancias.
Eres una guerrera de oración y te agradezco por siempre estar dispuesta a orar conmigo, a orar por mí o presentar peticiones de oración. ¡Yo sé que tu vida está en un momento especial de espera para una misión nueva y estoy ansiosa por ver a dónde Dios te va a llevar!
¡Te quiero, hermana!
Katie
- Detalles
Escrito por Sabrina Nino de Campos, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Texas
Dios nos ha regalado, a través de la belleza de nuestras culturas, las pequeñas cosas que nos hacen quienes somos, las comidas que compartimos con nuestra familia, los chistes que escuchamos de nuestros vecinos, las canciones y las costumbres. Todo es un regalo de Dios hecho para ser compartido.
Cuando tenía 17 años, decidí que quería estudiar para ser misionera. Me mudé de mi ciudad y de la casa de mis padres para estudiar misiones en una escuela llamada AME (Aventureros en Misiones Evangelísticas). De ahí fui a vivir a Bolivia, mi campo misionero, dónde conocí a mi esposo quien vivía en Argentina, a donde me mudé meses después y nos casamos. En Argentina, mientras trabajábamos en la Iglesia, estuvimos en contacto con gente de todos lados de América Latina, y hasta de afuera. Después de un par de años trabajando allí nos mudamos a Brasil, y ahora estamos en los Estados Unidos.
Con todas las mudanzas en mi vida y las de mi esposo es difícil definir a qué cultura pertenecemos. Yo soy brasileña, él estadounidense. Y nuestra familia es de todas partes. Nuestra cultura fue definida, redefinida, definida otra vez y redefinida una vez más. Nos sentimos participantes de muchas culturas y ninguna a la vez.
Así es el plan de Dios para Su pueblo también, una cultura redefinida, que no pertenece a un lugar terrenal, pero pertenece a Él.
"Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano."(Ap. 7:9, NVI)
Me encanta este versículo de Apocalipsis, donde tenemos una pequeña visión de la belleza del plan de Dios. Gente de todas culturas y lenguas, unidos alabando a Él, lo cual hace que seamos no solo Su pueblo, sino que también familia.
"De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu." (1 Cor. 12:12-13, NVI)
Como familia y un solo cuerpo, unidos en un solo pensamiento, un solo Espíritu, debemos también esforzarnos para incluir a los que se sienten solos en el mundo. Dios tenía un plan por medio de Abraham cuando dice: ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra! (Gén. 12:3, NVI). Como pueblo de Dios es nuestro deber bendecir a todas las familias de la tierra. Redefinir las barreras del mundo, usar nuestras diferencias y particularidades como fuente de amor en este mundo. Necesitamos redefinir las culturas y extender las manos a nuestros hermanos y a cualquiera que necesite de Él.
Empecemos de lo pequeño, simplemente tomando pasos para mejor amar a alguien que es diferente de nosotros. Aprendiendo un idioma diferente, o por lo menos lo básico para empezar una conversación con un compañero o compañera de trabajo que es de otro país. O capaz estudiando cosas interesantes sobre el lugar de donde viene esa persona y hacerla sentir incluida. Compartiendo más del amor y gracia de Dios en el mundo a través de las cosas lindas que nos hacen quienes somos. Uniéndonos. Redefiniendo la Cultura.