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Praütes – una palabra en el griego que jamás había escuchado hasta hace poco y todavía estoy tratando de comprender su significado. Según Peter vanBreeman en su libro Como Pan Partido (1974), es una palabra que sólo se puede traducir inexactamente al inglés. Tampoco tengo yo las palabras en español. Es más como el fruto del Espíritu que no es una lista de nueve cualidades sino la combinación de esas cualidades que personifica el mismo Espíritu y las cualidades a las cuales tenemos acceso a través del Espíritu.
Las traducciones de praütes que más me llamaron la atención fueron las que describieron una “tranquilidad de corazón” y uno que “sabe que es amado por Dios.” Para mi, esas dos descripciones son bien conectadas. No puedo manifestar una tranquilidad de corazón si no estoy segura en mi conocimiento de que soy amada por Dios—y dejar que ese amor y únicamente ese amor me define.
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A veces, me siento abrumada por todos los programas de dieta que mis amigos promocionan por Facebook. Me regocijo con ellos en su pérdida de peso y su mejoramiento de salud. Sin embargo, no hay un solo plan que funciona igual para toda persona. Somos distintos. Somos únicos. Y no podemos esperar el mismo resultado para uno como para el otro.
El mismo concepto aplica a nuestra dieta espiritual. Es distinta para cada uno. Hay días en los cuales necesito ejercitar mis músculos espirituales en la Palabra. O me hace falta la vitamina “O,” es decir, necesito más tiempo en oración.
La semana pasada, mi mamá tenía muchas ganas de comer vegetales — quizás una indicación de una falta de ciertos nutrientes.
Espiritualmente hablando, a veces no sabemos lo que nos hace falta, pero existe un vacío espiritual que sólo puede llenar nuestro Creador.
¿Qué elemento de tu dieta espiritual te hace falta hoy?