Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.

Recibir el blog

Etiquetas

Búsqueda

Compras en línea

Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más

Compra Ahora

Brenda DEscrito por Brenda Davis, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas

"¿A quién vistes esta noche?" Los miembros de la prensa les hacen esta pregunta a las celebridades mientras caminan por la alfombra roja en el estreno de una película o en una entrega de premios, y generalmente se responde con el nombre de un diseñador de moda famoso.

El apóstol Pablo nos dice de quién vestiremos después de ser bautizados: " porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo " (Gá. 3:27 NVI). Reflexionando sobre esta metáfora, casi puedo sentir la presencia de Jesús abrazándome como una prenda que me queda perfecta.

Veamos lo que la Palabra de Dios dice acerca del bautismo.

QUÉ
En las Escrituras, vemos que el bautismo es la inmersión de un creyente en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es nuestra respuesta al escuchar y aceptar el mensaje del evangelio, que simboliza nuestra muerte al pecado; el entierro de nuestra antigua vida; y nuestra resurrección a una nueva vida en Cristo. El bautismo es nuestra declaración de fe y representa una promesa incondicional a Dios de hacer Su voluntad.

El bautismo es una imagen de la muerte y de la tumba. Salir del agua representa la resurrección de Cristo (Ro 6:1-4). Entonces, cuando eres bautizado, estás diciendo: "Yo morí con Jesucristo, fui sepultado con Él, y ahora soy resucitado con Cristo a una vida completamente nueva, un yo cambiado".

CÓMO
La raíz griega de la palabra baptizein, de la cual obtenemos la palabra bautizar, significa sumergir, hundir o lavar. Otra palabra que se usa con más frecuencia en todo el Nuevo Testamento es baptizō que significa sumergirse totalmente, ahogarse o sumergirse en el agua.

Encontramos varios ejemplos de bautismos en el Nuevo Testamento donde la evidencia apunta a la inmersión. Juan el Bautista bautizó en Enón, cerca de Salim, que está a lo largo del río Jordán, "porque allí había mucha agua" (Jn. 3:23). Después del bautismo de Jesús, "al subir del agua" (Mc. 1:10). Y tanto Felipe como el eunuco " ambos bajaron al agua y Felipe lo bautizó" (Hch. 8:38).

POR QUË
El bautismo no me parece una mera sugerencia, sino más bien algo extraordinariamente importante en la medida en que se conecta con nuestra salvación. Varios pasajes lo confirman: "Te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús" (Jn. 3:5). " El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado" (Mc. 16:16). "La cual [agua] simboliza el bautismo que ahora los salva también a ustedes" (1P 3:21a).

El bautismo es tan importante que las instrucciones finales de Cristo antes de ascender al cielo fueron: "Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes" (Mt 28:19-20).

Y cuando estamos revestidos de Cristo, recibimos ricas bendiciones:

El perdón de los pecados y la morada del Espíritu Santo: “Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —contestó Pedro—, y recibirán el don del Espíritu Santo" (Hch 2:38).

Estar unidos con otros creyentes en la iglesia, el cuerpo de Cristo: "Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo" (1Co 12:13a). “Así, pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas" (Hch 2:41).

CUÁNDO
Toda persona que ha escuchado el mensaje del evangelio y puede tomar una decisión consciente de creer en Cristo es "elegible". Para algunos, el bautismo puede seguir un proceso de estudio, pero el estudio largo de la Biblia no es un requisito. Encontramos que los creyentes del Nuevo Testamento fueron bautizados en respuesta inmediata a escuchar el mensaje del evangelio por primera vez, como en la historia de Felipe y el eunuco en Hechos 8. También se registran otros casos:

“Pero cuando creyeron a Felipe, quien anunciaba las buenas noticias del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron.” (Hch 8:12)

“Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando su nombre.” (Hch 22:16)

A esas horas de la noche, el carcelero se los llevó y lavó las heridas; enseguida fueron bautizados él y toda su familia.” (Hch 16:33b)

¿POR QUÉ NO?
Hermanas, Jesús dijo: “Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos” (Jn. 14:15). Si no te has revestido de Cristo en el bautismo, ¿qué podría estar impidiéndote someterte y obedecer a tu Salvador? Te insto a que examines tu corazón y consideres cambiarte de ropa.

 

BelizaEscrito por Beliza Kocev, coordinadora de Brasil del Ministerio Hermana Rosa de Hierro

“¡La compasión triunfa en el juicio!” (Stg 2:13b NVI)

Crecí en un ambiente muy estricto. Los logros, rara vez celebrados, eran vistos como “no hizo más que su obligación”. Por otro lado, los fracasos traían muchos castigos y a menudo se recordaban una y otra vez…

Al comienzo de mi vida cristiana, alguien me explicó la diferencia entre la gracia de Dios y la Su misericordia. En resumen, Gracia: recibir algo que no merecemos, salvación y vida eterna. Misericordia: no recibir algo que merecemos, castigo por el pecado y muerte eterna. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!” (Ef 2:4-5).

¡Ganamos por ambos lados! Esto no fue gratis, ¡aunque sí para nosotros! ¡Pero no para Dios! “Fueron comprados por un precio” (1Co 6:20a). Juan el Bautista presentó a Jesús como el Cordero que quita el pecado del mundo (Jn 1:29) y al quitar nuestro pecado nos promete la vida eterna (1Jn 2:25).

La mayor misericordia de Dios es liberarnos de la muerte eterna, que es la consecuencia de nuestro pecado, y eso en sí mismo es motivo de gran gozo y celebración. Pero la misericordia de Dios es inagotable (Lm 3:22), y nos da la oportunidad de reescribir nuestra historia y vivir una nueva vida aquí en la tierra. ¡Otra razón más para celebrar! Aunque tenemos que lidiar con las consecuencias de nuestras acciones, tenemos la oportunidad de vivir aquí como nuevas criaturas y sentir la transformación de Dios en nuestras acciones, palabras e incluso voluntades.

Y parte de celebrar la misericordia de Dios es extender esa misericordia a los demás: “Sean compasivos, así como su Padre es compasivo” (Lc 6:36). La parábola del siervo despiadado nos enseña una lección valiosa: nuestro fracaso en hacer la voluntad de Dios, nuestro pecado, es más grave que cualquier ofensa que alguien pueda cometer contra nosotros (Mt 18:21-35).

“¡Siervo malvado! …te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” (Mt 18:32-33). Parte de la vida cristiana es mostrar al mundo la luz de Jesús. Cuando somos misericordiosos con las personas que nos rodean, mostramos nuestra gratitud a Dios y celebramos la misericordia que nos ha dado.

Otra forma de celebrar es proclamar esta misericordia para que otras personas también puedan experimentarla. Vivir con Dios, sabiendo que su bondad y misericordia están con nosotros, cambia nuestras vidas. Después de todo, es imposible que tu vida no sea transformada al conocer a Cristo, ¡con la vida eterna en perspectiva! “El Señor es misericordioso y compasivo, lento para la ira y grande en amor. El Señor es bueno con todos; él tiene misericordia de todas sus obras” (Sal 145:8-9). En un mundo lleno de maldad, conocer la bondad y la misericordia de Dios nos brinda consuelo, aliento y propósito.

¡Otra forma de celebrar la misericordia de Dios es recordarla! Cuando conocemos a Dios y reconocemos nuestros pecados, la misericordia de Dios nos toca. Sentimos el amor de Dios, expresado en Su misericordia al enviar a Su único Hijo, el amor que nos impulsa, que lo llevó a hacerse carne para que pudiéramos estar con ellos eternamente.

La gratitud y el recuerdo de la misericordia de Dios no solo deben estar en nuestros corazones en el momento de nuestra conversión. Deben ser una parte importante de nuestro continuo caminar en fe. Y así, en los momentos de fracaso y tropiezo, cuando la culpa y la vergüenza nos abruman, recordemos que podemos acudir a nuestro Padre misericordioso. Que el recuerdo de Sus brazos abiertos, llenos de misericordia, nos dé el coraje de no apartarnos de Su camino después de la caída.

Que seamos conscientes y nos alegremos de la misericordia que recibimos de Dios, que clamemos por Su misericordia en los valles de nuestra vida, y que proclamemos a todos cómo esta misericordia puede llegar también a ellos.

En el Salmo 89 el salmista se siente muy agradecido. Contempla las maravillosas acciones del Señor y tiene una intención clara: “Oh Señor, por siempre cantaré la grandeza de tu gran amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad” (Sal 89:1).

¿Cómo celebrarás hoy la infinita misericordia de Dios?

Donar

Necesitamos tu ayuda para poder seguir equipando a más mujeres a lo largo de las Américas.

Donar

 

Noticias por email

Suscríbete al Blog - Ministerio Hermana Rosa de Hierro por correo electrónico

Si te gustaría suscribirte a nuestras noticias mensuales por Email, llena el formulario en la página de noticias.

Contáctanos

+1 501-593-4849 (Teléfono de oficina y mensajes de WhatsApp.)

O envíanos un email

La base de operaciones: Searcy, Arkansas, USA

Fotos

Veas más fotos en nuestra página de Galería de fotos.