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Nunca he entendido el boxeo. Dos hombres pegándose duro hasta que sangren. ¡No gracias! Pero voy a aprovechar una analogía del boxeo para explicar un aspecto importante de la victoria.
Los boxeadores se entrenan para mantener las manos arriba y así proteger la cara. Mantienen los pies en movimiento para que caerse tan fácilmente. También se preparan para el golpe.
¡Es el boxeo! Claro que van a recibir golpes en cada pelea. Pero hay buenas y malas maneras de recibir un golpe.
Espiritualmente, necesitamos prepararnos para el golpe también. ¿Dios nos promete una vida sin problemas? Para nada. (Ve Mateo 5:10-12, Juan 15:20, 1 Cor. 4:12, 2 Cor. 4:9)
En Juan 16:33, Jesús nos deja palabras de ánimo – el mundo nos va a atacar, pero él ya venció el mundo. Puede que recibimos un golpe y posiblemente perdemos la pelea, pero él ya ganó la guerra y la victoria absoluta es nuestra en él.
Entonces, ¿cómo nos preparamos para el golpe?
• No te sorprendas con el golpe (Juan 15:20).
• No dejes que el golpe te desanime (Juan 16:33).
• Fija la mirada en el entrenador (Heb. 12:2).
• Tómalo por sumo gozo y ve el golpe como una oportunidad de crecimiento (Sant. 1:2-4).
Nos encontramos en una batalla espiritual (Ef. 6:10-18) y es importante prepararnos para esa batalla. Y esta preparación incluye el prepararnos para recibir los golpes.