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A veces no se aprecian los consejos. No siempre queremos escucharlo y cuando nos toca darlo, a veces nuestro consejo no está bien recibido por otros.

Una perla de sabiduría que se haya rechazado me recuerda de las advertencias de Jesús de no echar las perlas a los cerdos (Mateo 7:6). No quiere decir que las personas son cerdos. Tampoco quiero decir que nunca debemos ofrecer un consejo. Sin embargo, cómo lo ofrecemos sí importa.

Efesios 4:15 nos recuerda que debemos hablar la verdad con amor. Nuestra actitud importa cuando damos perlas de sabiduría. Pero no tenemos control sobre cómo se recibe.

Y eso me recuerda del atalaya en Ezequiel 3 y nuevamente en el capítulo 33.

Si comparamos las advertencias del atalaya con nuestras perlas de sabiduría, sacamos más entendimiento a cómo manejar los consejos no apreciados.

El Señor me dirigió la palabra: 2 «Hijo de hombre, habla con tu pueblo y dile: “Cuando yo envío la guerra a algún país, y la gente de ese país escoge a un hombre y lo pone por centinela, 3 si éste ve acercarse al ejército enemigo, toca la trompeta para advertir al pueblo. 4 Entonces, si alguien escucha la trompeta pero no se da por advertido, y llega la espada y lo mata, él mismo será el culpable de su propia muerte. 5 Como escuchó el sonido de la trompeta pero no le hizo caso, será responsable de su propia muerte, pues si hubiera estado atento se habría salvado.

6 » ”Ahora bien, si el centinela ve que se acerca el enemigo y no toca la trompeta para prevenir al pueblo, y viene la espada y mata a alguien, esa persona perecerá por su maldad, pero al centinela yo le pediré cuentas de esa muerte.”

(Ezequiel 33:1-6)

¿Qué entiendes de esta historia que podemos aplicar al compartir perlas de sabiduría?