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Como ministerio e individualmente, nos hemos enfocado en el crecimiento durante el año 2018. Y al reflexionar sobre cómo comenzó el Ministerio Hermana Rosa de Hierro, a dónde Dios nos ha llevado, y a dónde vamos, me recuerda que el crecimiento es un proceso, un proceso en el que gozosamente y dolorosamente nos encontramos, por fe.
En el año 2013, una semilla de fe fue plantada que luego brotó en las etapas iniciales de un recurso bilingüe para ministerios de mujeres. El MHRH nació. Muchos nos regaron y atendieron con sus oraciones y su apoyo económico. Y así Dios trajo el crecimiento explosivo, hasta en las primeras etapas.
Dentro del primer año, nos regocijamos en viajes que se extendieron por los extremos de las Américas, gracias a los que nos recibieron de norte a sur, este a oeste (Alaska, Argentina, la capital de Washington y California).
En los primeros dos años, ya habíamos provisto recursos para miles de mujeres, equipándoles para que se conecten con Dios y con otras mujeres más profundamente.
Para el tercer año, ya equipamos mujeres en los 19 países hispanohablantes y más de la mitad de los estados en los EE.UU. En el cuarto año, experimentamos más crecimiento de lo que podíamos manejar. Personalmente, llegué a un punto de agotamiento total, sobre-extendida por las muchas oportunidades de crecimiento.
Entonces, ahora, después de plantar, regar, y atender el crecimiento, ahora nos encontramos en un tiempo de recorte para crecimiento más intencional y multiplicado en el futuro.
En julio, cumpliremos cinco años. Y tal como una niña de kínder tiene que prepararse para los años escolares cuando va a conocer a muchas nuevas amigas y aprender cosas nuevas, tenemos que prepararnos al anticipar las muchas más mujeres que vamos a equipar a lo largo de las Américas y lo que aprenderemos por las direcciones en las que Dios nos guiará. Y para prepararnos para ese crecimiento, tenemos que pasar por un recorte, o dolores de crecimiento como los hemos llamado.
El recortar no es nada divertido. Duele. Lugares frescos están expuestos, crudos, y vulnerables. Quitados de todo lo que antes conocíamos, estamos rotos, anhelando crecer nuevamente.
Recortar es un proceso y eso significa que requiere tiempo. Como ministerio o personalmente, puede que no veamos el fruto de ese crecimiento tan pronto como quisiéramos. Dios, el Jardinero Divino, camina con nosotros con bastante paciencia durante el recorte. Cada corte doloroso es para nuestro bien, para nuestro crecimiento, transformándonos más en la imagen de Su Hijo.
Gracias por acompañarnos en el plantar (pasar la voz sobre el MHRH), atender (usar los recursos del MHRH al atender las necesidades espirituales de las mujeres) y regar (por tus oraciones y apoyo económico). Tú eres parte del proceso por el que Dios trae el crecimiento.
“6 Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. 7 Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino solo Dios, quien es el que hace crecer. 8 El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. 9 En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.” (1 Cor. 3:6-9)
Planta. Riega. Atiende. Recorta. Repite.
¡Y no se te olvide cosechar después de que Dios traiga el crecimiento!
¿Serás obrero con nosotros? ¿Una que planta? ¿Uno que riega? ¿Nos ayudas a atender y equipar a más mueres para que se conecten con Dios y con otras mujeres más profundamente? ¿Oras con nosotros por sabiduría en el recortar?
Gracias por acompañarnos en el proceso de crecimiento. Anticipamos todo lo que Dios tiene por delante. Y recuerda… es Dios quien da el crecimiento. Y por eso, estamos agradecidos.
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Voy a envejecerme tranquilamente, aun si implica que tengo más canas que mi mamá (ya las tengo). Como mi hermana lo explicó una vez, “Tanto tú como nuestra mamá tienen cabello de sal y pimienta pero el de ella es bajo en sodio.”
Una de mis mejores amigas es peluquera y sé que haría muy buen trabajo con mi cabello, pero no quiero esclavizarme al tinte. Ella siempre me ruega para que le deje pintarme el cabello, pero jamás lo voy a permitir.
No es que temo que alguien me diga, “Se te ven las raíces,” porque lo tomaría como un cumplido.
Sí, lo leíste bien. “Se te ven las raíces” puede ser un cumplido, espiritualmente hablando.
Durante los tiempos difíciles, ¿se te quita el aliento o estás cimentada en tu fe? ¿Te tumban las tormentas de la vida o estás bien fundamentada en la Palabra?
Toma un momento hoy para revisar las raíces. Pasa un tiempo en la Palabra y en oración. La próxima vez que te veo, me encantaría guiñarte el ojo y decirte, “Hermana, ¡se te ven las raíces!”
#HermanaRosadeHierro #todosobreMHRH #crecimiento #raices