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Comprar una casa trae ciertos riesgos, especialmente si es una casa vieja. Cada día trae nuevas sorpresas de cosas que requieren atención.
Ya que llevo dos años y medio en mi casa transformada, me río al contar las historias de lo que pasó durante el proceso de remodelación. Gracias a Dios, ahora podemos reírnos de lo que antes fue una situación estresante. Y espero que nunca nos olvidemos de las lecciones aprendidas…
El lavaplatos se murió, pero no antes de hacer mucho daño al piso. Dejó mucha agua bajo el piso y ruinó la madera que absorbió el agua.
Sacamos el piso ruinado y encontramos mol y más daño bajo la superficie de lo que esperábamos.
Mientras tanto, mi mamá estaba coordinando unas remodelaciones en su propia casa. Detrás de una de las paredes en la cocina, encontraron evidencia de un incendio.
Las dos casas presentaron una fachada excelente, pero hasta que investigamos, no sabíamos lo que estaba pasando bajo la superficie.
Eso pasa con las personas también. Ponemos una máscara: la cara sonriente que “todo está bien,” especialmente los domingos en el servicio frente a los hermanos. ¿Pero a quién estamos engañando?
Dios sabe mejor que nadie lo que está pasando adentro.
Una vez que dejamos que Dios revele lo que está pasando bajo la superficie, Él ya nos puede ayudar a resolver el problema, redimir el quebranto, y sanar las enfermedades.
Puede ser un proceso doloroso, pero recuerda la belleza por dentro y por fuera que vendrá luego.
Salmo 103:1-5
Bendice, alma mía, al Señor,
y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
El es el que perdona todas tus iniquidades,
el que sana todas tus enfermedades;
el que rescata de la fosa tu vida,
el que te corona de bondad y compasión;
el que colma de bienes tus años,
para que tu juventud se renueve como el águila.
#HermanaRosadeHierro #crecimiento #bajolasuperficie #Jesus
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Mi grama parecía una jungla y desesperadamente necesitaba atención. Sí, hubo razones por las que llegara a ese extremo de descuido: viajes, lluvia, y otros compromisos… pero ya llegó la hora de ser cortada y para que volviera a parecer mi grama como lugar donde vivía alguien y que le importaba cómo se veía la casa.
Sin embargo, tocaba esperar otro día. Cada gota de lluvia fue como una afirmación de mi sentido de culpa por no haber aprovechado las pocas horas soleadas la tarde anterior.
Sabes que después de que pase de cierto punto la altura de la grama, se me hace más fácil dejarlo un día más. “Ya está tan mal. ¿Qué importa un día más?”
Pues, antes de que me juzgues por mi grama o mis prioridades, permíteme hacer una reflexión al nivel espiritual.
Los patrones y hábitos malos se nos pueden escapar más pronto que mi grama descuidada. Permitimos que la mala hierba crezca y cuando se siente que se nos ha escapado de las manos, pensamos, “Ya está tan mal. ¿Qué importa un día más?”
Esa forma de pensar peligrosa nos lleva a la trampa de apatía y el contentamiento en un mal sentido. Nos acostumbramos a las condiciones horribles y los malos hábitos y así nos olvidamos de la belleza que se ha escondido, una belleza que sólo el Jardinero Divino nos puede volver a revelar cuando le permitimos cortar, recortar, y limpiar.
Y tal como mi grama se ve mejor con un buen mantenimiento en el verano, no cuestan tanto los recortes del Señor cuando se lo permitimos con más frecuencia y consistencia.
¿Se ve tu vida ahorita como una jungla descuidada, una grama bien arreglada, o algo en el intermedio? ¿Qué debes dejar que el Jardinero Divino haga en tu vida hoy?
#HermanaRosadeHierro #crecimiento #jardinerodivino