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Hace poco, me imaginé como el actor Dick van Dyke en la película Mary Poppins. No cuando bailó en la chimenea, tampoco cuando brincó en uno de los cuadros, ni cuando puso un traje de rayas con pantalón blanco y bailó con los pingüinos (aunque me gusta caminar como pingüino con mi sobrino).
No, me imaginé con la cara de perdido y confundido que tuvo después de intentar cantar y tocar la banda de un solo hombre.
Todos me conocen como alguien que trabaja a toda velocidad y varias cosas a la vez. Intento tocar el tambor con mi pie y la trompeta con mi boca, darle a la corneta con mi cabeza, y tocar la armónica también. Pues, no.
Nadie lo puede hacer a solas. La belleza de una banda es que es un grupo diverso de personas que tocan una variedad de instrumentos bajo la dirección de un conductor para crear música bonita que transmite un mensaje a su audiencia.
Hay muy poca música y no es bonita de la que sale de una banda de un solo hombre. Y el único mensaje que trasmite es uno de caos.
Avanzando con el Ministerio Hermana Rosa de Hierro, considera, por favor, si Dios te está llamando a tocar una parte también para traer música bonita que trasmite el mensaje de Dios a mujeres tras las Américas.
Junto con esa oración, por favor, mantén a nuestra estudiante, Katie Finch, que llega a Denver el lunes, 8 de junio, para colaborar con el ministerio.