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Francia OviedoEscrito por Francia Oviedo, asistente creativa del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Honduras

Dicen por ahí que las mujeres hablan unas 20.000 palabras al día, y los hombres 13.000; yo puedo asegurar que logro cumplir esta meta (jaja). Wow, pero ¿en cuantos problemas me han metido esas 20.000 mil palabras cuando no las uso con sabiduría, cuando dejo que mis palabras sean guiadas por la carne y no por el Espíritu? Todo esto me recuerda a Balaam.

Balaam era un hombre de palabras, tanto que se necesitaron tres capítulos de la Biblia para contar su historia que se encuentra en el libro de Números del capítulo 22 al 24. Balaam era un hombre conocido por usar sus palabras para bendecir o maldecir pueblos, era justo la persona que necesitaba Balac, el rey de Moab, que deseaba que esas palabras fueran usadas para maldecir al pueblo de Israel.

“envió mensajeros para llamar a Balaam, hijo de Beor, que vivía en Petor, su tierra natal, cerca del río Éufrates. Su mensaje decía: «Mira, una inmensa multitud que cubre la faz de la tierra ha llegado de Egipto y me amenaza. Ven, por favor, maldíceme a este pueblo, porque es demasiado poderoso para mí. De esa manera quizás yo pueda conquistarlos y expulsarlos de la tierra. Yo sé que sobre el pueblo que tú bendices, caen bendiciones y al pueblo que tú maldices, le caen maldiciones».” (Núm. 22:5-6 NTV)

Pero Balaam estaba empeñado en llegar a este lugar y realizar esta tarea aun cuando Dios no se lo había permitido, tanto que Dios tuvo que darle una lección y hacer que su burra le hablara. Pero finalmente Balaam obedeció a Dios, pues sabía que no podía pronunciar ninguna palabra sin que Dios se lo permitiera hacerlo.

“Entonces Balaam les respondió a los mensajeros de Balac: «Aunque Balac me diera su palacio repleto de plata y oro, yo no podría hacer absolutamente nada en contra de la voluntad del Señor mi Dios.” (Núm. 22:18)

Afortunadamente, él obedeció y usó sus palabras según el deseo de Dios, y en lugar de maldecir al pueblo de Israel terminó bendiciéndolo tres veces. Gracias a Dios, Balaam usó sus palabras con sabiduría, y todos tenemos este poder en nuestra boca. A la mayoría se nos permite hablar 10.000, 20.000 o, en algunos casos, muchas más palabras por día y, así como Balaam, debemos buscar la sabiduría de Dios para saber elegir bien lo que decimos.

Cada palabra pronunciada por nuestra boca tiene el poder de crear, de dar vida, de animar, de bendecir; pero también tiene el poder de opacar, de desanimar, de lastimar, de maldecir a otros e incluso a nosotras mismas. Proverbios nos dice, “La lengua de los sabios destila conocimiento; la boca de los necios escupe necedades” (15:2), y también dice, “En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto” (18:21).

Seguro, al igual que yo, puedes recordar alguna historia personal cuando has usado tus palabras del modo equivocado, pero como Balaam, siempre tenemos la oportunidad de decidir elegir las palabras correctas, que reflejen el amor y la sabiduría de Dios, que crean, que animan y dan vida y esto es una elección diaria.
Te animo a que la próxima ves que recuerdes la cantidad de palabras que hablas por día recuerdes que puedes elegir cada una de ellas para que sean de bendición para ti y para todos a tu alrededor.

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